Apuesta a colapso
¿Recuperación
o colapso?
Traducido del inglés para Rebelión
por Germán Leyens
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El sistema financiero de EE.UU. y probablemente el
sistema financiero europeo, como la policía, ya no sirven a un propósito social
útil.
En EE.UU. la
policía ha demostrado que es una amenaza mayor para la seguridad pública que
los criminales del sector privado. Acabo de buscar en Google “police brutality”
y encontré 183.000.000 de resultados.
El coste del
sistema financiero privado es todavía mayor para la sociedad. Escribiendo en
CounterPunch (18 de mayo), Rob Urie informa de que hace dos años Andrew
Haldane, director ejecutivo de Estabilidad Financiera en el Bank of England (la
versión en el Reino Unido de la Reserva Federal) dijo que la crisis financiera,
que ahora tiene cuatro años, terminará por costar a la economía mundial entre
60 billones [millones de millones] de dólares y 200 billones en pérdida del
PIB. Si el informe de Urie es correcto, es una admisión sorprendente por parte
de un miembro de la elite gobernante. Trate de imaginar esas cifras. El PIB de
EE.UU., el mayor del mundo, es de unos 15 billones. Lo que nos dice Haldane es
que la crisis financiera terminará por cortar al mundo ingresos reales entre 4
y 13 veces el tamaño del actual Producto Interno Bruto de EE.UU. Podría
resultar que se trata de un pronóstico optimista.
A la larga,
la crisis financiera podría destruir la civilización occidental.
Incluso si
el informe de Urie o el cálculo de Haldane son incorrectos, la gran pérdida
económica debida a la crisis financiera no tiene precedentes. El enorme
coste de la crisis tiene una sola fuente, la desregulación financiera. Es
probable que dicha la desregulación termine siendo el error que
destruya la civilización occidental. Mientras temblamos por temor a los
“terroristas musulmanes”, lo que nos está destruyendo es la desregulación
financiera, con la ayuda de la deslocalización de puestos de trabajo. Hay que
recordar que Haldane es miembro de la elite gobernante, no un crítico del
sistema como yo, Michael Hudson o Pan Martens, por mencionar solo algunos de
los colaboradores de CounterPunch.
La
desregulación financiera ha tenido consecuencias peligrosas y adversas. Permitió
una concentración financiera que produjo “bancos demasiado grandes para
quebrar”, requiriendo por lo tanto que el público en general absorba los costes
de los errores y del juego de azar de los bancos.
La desregulación permitió que los bancos apalancaran una pequeña cantidad de capital con enormes deudas a fin de maximizar el rendimiento de los valores, maximizando con ello la inestabilidad del sistema financiero y el coste para la sociedad de las malas apuestas de los bancos.
La
desregulación permitió que las instituciones financieras dejaran de lado los
límites a las posiciones de especuladores y dominaran los mercados de materias
primas, convirtiéndolos en un casino de juego y aumentando los precios de la
energía y los alimentos.
La
desregulación permite que las instituciones financieras vendan opciones “call”
no cubiertas, lo que significa vender al mercado las acciones de una compañía o
lingotes de oro y plata que el vendedor no posee con el fin de reducir el
precio.
El lector
informado puede agregar más ítems a esta lista.
El dólar en
su papel de moneda de reserva mundial es la fuente del poder de
Washington. Permite que Washington controle el sistema internacional de pagos y
que excluya del sistema financiero a los países que no sigan sus órdenes.
Permite que Washington imprima dinero para pagar sus cuentas y comprar la
cooperación de gobiernos extranjeros o para financiar la oposición en países
cuyos gobiernos no logra comprar, como Irán, Rusia y China. Si el dólar no
fuera la moneda de reserva mundial y reflejara realmente su verdadero valor
depreciado por la creciente deuda de EE.UU. y la operación de las prensas de
impresión, el poder de Washington se limitaría drásticamente.
El dólar
estadounidense ha estado al borde de la defunción en varias ocasiones
recientes. En 2011 el valor del dólar cayó hasta 72 centavos suizos. Los
inversionistas que buscaban seguridad para el valor de su moneda se lanzaron a
los francos suizos, aumentando tanto el valor del franco que las exportaciones
de Suiza comenzaron a sufrir. El gobierno suizo reaccionó ante la afluencia de
dólares y euros que buscaban refugio en el franco declarando que en el futuro
imprimiría nuevos francos para compensar la afluencia de divisas extranjeras a
fin de impedir el aumento del valor del franco. En otras palabras, la huída de
divisas de EE.UU. y Europa obligó a los suizos a inflar su moneda a fin de
impedir el continuo aumento de su valor de cambio.
Antes de la
crisis de la deuda soberana en Europa, el dólar también enfrentó una subida del
valor del euro mientras los bancos centrales extranjeros y miembros de la OPEP
transferían sus reservas de dólares a euros. El euro iba camino de convertirse
en una moneda de reserva alternativa. Sin embargo Goldman Sachs, cuyos
exempleados dominan el Tesoro de EE.UU. y las agencias reguladoras financieras,
además del Banco Central Europeo, el gobierno de Italia e, indirectamente
Grecia, ayudó al gobierno griego a ocultar su verdadero déficit, engañando así
a los bancos privados europeos que adquirían los bonos del gobierno griego. Una
vez lanzada la crisis de la deuda soberana europea, Washington tuvo interés en
que continuara, ya que hace que los poseedores de euros huyan hacia dólares
“seguros”, aumentando así el valor de cambio del dólar, a pesar del enorme
aumento de la propia deuda de Washington y de la duplicación del suministro de
dinero en EE.UU.
El año
pasado el oro y la plata aumentaron rápidamente su precio (medido en dólares
estadounidenses), y el oro llegó a 1.900 dólares la onza e iba en camino de
2.000 dólares cuando repentinamente las ventas cortas comenzaron a dominar los
mercados de ventas en lingotes. Las ventas en corto de lingotes de oro y
plata lograron reducir el precio del oro en 350 dólares por onza desde su punto
máximo. Muchos observadores informados creen que el motivo por el cual
Washington no ha encausado a los bánksters por sus crímenes
financieros conocidos es que sirven de auxiliares a Washington para proteger el
valor del dólar al vender lingotes y monedas rivales.
¿Qué pasará
si Grecia sale de la UE por propia decisión o pateada por Alemania? ¿Qué pasará
si los demás miembros de la UE rechazan la austeridad Merkel, como
prometió hacerlo el nuevo presidente de Francia? Si Europa se desmorona,
¿huirán más inversionistas hacia el dólar estadounidense condenado al fracaso?
¿Se
convertirá la burbuja del dólar en la mayor burbuja de la historia económica?
Cuando el
dólar desaparezca, las tasas de interés aumentarán y los precios de los bonos
colapsarán. Todo el que haya buscado seguridad en bonos del Tesoro de EE.UU.
será aniquilado.
Todos
deberíamos ser conscientes de que semejantes resultados no forman parte del
debate público.
Recientemente
Bill Moyers entrevistó a Simon Johnson, execonomista jefe del Fondo Monetario
Internacional y actualmente profesor en el MIT. Resulta que la desregulación,
que abolió la separación de los bancos de inversión de los bancos comerciales,
permitió que el JPMorganChase de Jamie Dimon jugara con depósitos federales
asegurados. A pesar de ello, Moyers informa de que los republicanos están
resueltos a destruir la débil ley Dodd-Frank y restaurar la desregulación
total.
Simon
Johnson dice: “Pienso que la desregulación es una receta para al desastre”. El
problema es, dice Johnson, que la política económica correcta está bloqueada
por las inmensas donaciones que los bancos hacen a las campañas políticas. Esto
significa que las actitudes de Wall Street y los modelos de riesgo defectuosos
llevarán a una crisis financiera aún mayor que la que seguimos sufriendo. Y
sucederá antes de una recuperación de la actual crisis.
Johnson
advierte de que los republicanos distraerán a todos de la verdadera crisis
urdiendo otra “crisis” por el techo de la deuda.
Johnson dice
que “unos pocos, particularmente dentro y alrededor del sistema financiero, han
llegado a ser demasiado poderosos. Se les permitió que tomaran muchos riesgos,
e hicieron un daño masivo a la economía, la pérdida de más de ocho millones de
puestos de trabajo. Todavía nos esforzamos en volver a algo parecido a los
niveles de empleo que teníamos antes de 2008. Y han causado un daño masivo al
presupuesto. Este daño al presupuesto es duradero; afecta al presupuesto cuando
necesitamos que sea más fuerte porque la sociedad está envejeciendo. Tenemos
que apoyar a la Seguridad Social y apoyar a Medicare sobre una base justa.
Tenemos que restaurar y reconstruir los ingresos, que han sido totalmente
devastados por la crisis financiera. La gente tiene que comprender el vínculo
entre lo que hicieron los bancos y el presupuesto. Y demasiada gente no lo
comprende”.
En
consecuencia, dice Johnson, los banqueros siguen recibiendo grandes beneficios
mientras imponen enormes costes sociales a la sociedad.
Pocos
estadounidenses y ningún responsable político en Washington comprenden la
dramática situación. Están demasiado ocupados exagerando una recuperación
inexistente y preparando la próxima guerra. El estadístico John Williams
informa de que si se mide correctamente como un indicador del coste de la vida,
lo que el IPC ya no es, la actual tasa de inflación en EE.UU. es entre 5 y 7
puntos mayor que la tasa oficialmente reconocida, como sabe todo
consumidor. La tasa de desempleo baja solo porque la gente que no puede
encontrar empleo sale de la fuerza laboral y ya no se contabiliza como
desocupada. Toda persona informada sabe que las tasas oficiales de inflación y
desempleo son ficciones; sin embargo, los medios ‘prenstituidos’ siguen
mencionando sin inmutarse las tasas como un hecho.
Tal como el
gobierno ha amañado la medición del desempleo, es posible que EE.UU. tenga una
tasa cero de desempleo y ni una sola persona empleada o en la fuerza laboral.
Tal como el
gobierno ha amañado la medición de la inflación, es posible que vuestro nivel
de vida caiga, mientras el gobierno informa de que os va mejor.
La
desregulación financiera aumenta el rendimiento de operaciones especulativas
por sobre el rendimiento de la actividad productiva. La deuda y los derivados
altamente apalancados que provocaron la crisis financiera no tienen nada que
ver con el financiamiento de empresas. Los bancos no solo arriesgan los
depósitos de sus clientes en juegos de apuesta sino ponen en peligro la
estabilidad financiera del país y su futuro económico.
Con la
mirada puesta en la cercana crisis del dólar, que destruirá el sistema
financiero internacional, los presidentes de China, Rusia, Brasil
y Sudáfrica y el primer ministro de India se reunieron el mes pasado para
discutir la formación de un nuevo banco que proteja sus economías y comercio
contra los errores cometidos por Washington y la Unión Europea. Los cinco
países, conocidos como BRICS, se proponen comerciar entre ellos en sus propias
monedas y dejar de depender del dólar. El hecho de que Rusia, los dos gigantes
asiáticos y las mayores economías de África y Suramérica estén abandonando la
órbita del dólar envía un poderoso mensaje de falta de confianza en el manejo
de los asuntos financieros por parte de Washington.
Es irónico
que el resultado de la desregulación financiera en EE.UU. sea lo contrario de
lo que prometieron sus defensores del libre mercado. En lugar de firmas
financieras altamente competitivas que vivan o mueran solo por su habilidad sin
intervención gubernamental, tenemos una concentración financiera sin
precedentes. Bancos enormes, “demasiado grandes para quebrar”, envían ahora sus
pérdidas multibillonarias a Washington para que las paguen los contribuyentes
estadounidenses fuertemente endeudados cuyos ingresos reales no han aumentado
en 20 años. Losbanksters se llevan fortunas en bonificaciones
anuales por su éxito en la socialización de las pérdidas de los bancos del
“libre mercado” y la privatización de los beneficios hasta el punto de que ni
siquiera pagan impuestos a la renta.
En EE.UU.
los economistas del libre mercado, impulsaron la avaricia y permitieron
que se le diera rienda libre. ¿Desprestigiarán las desastrosas consecuencias el
capitalismo en la misma medida que el colapso soviético desprestigió el
socialismo?
¿Sobrevivirá
la propia civilización occidental al terremoto financiero que ha producido la
desregulación de Wall Street?
Es irónico,
en realidad, que EE.UU., el hogar del “pueblo indispensable”, esté frente a
nosotros como posible candidato a que su gobierno sea el responsable del
colapso de Occidente.
Paul Craig
Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario
adjunto del Tesoro de EE.UU. Su último libro, How the economy was lost,
acaba de ser publicado por CounterPunch/AK Press.
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