4 DE SEPTIEMBRE DE 1970: UNA NUEVA ESPERANZA RECORRIÓ LOS CAMPOS Y LAS CIUDADES DE
CHILE (MIGUEL ENRÍQUEZ)
Hace exactamente 48 años atrás, en
nuestro país, mediante el sufragio universal, la coalición de partidos de
izquierda tradicional, la Unidad Popular, obtuvo la primera mayoría relativa,
lo que le permitía aspirar, seriamente, a disponer del aparato ejecutivo,
cúspide del Gobierno en Chile debido a su carácter presidencialista,
consagrado en la Carta Fundamental de 1925.
Sin embargo, el triunfo de la UP no se
debió sólo al concurso de los votos que, con esperanza, depositaron obreros,
campesinos, los pobres, la pequeña burguesía comprometida con los cambios
sociales, en las urnas. De igual modo,
influye el error de cálculo de la burguesía, que divide en dos sus
candidaturas. Una que propone finalizar
con el modelo nacional-desarrollista y otro que postula su relanzamiento.
Recordemos, que el modelo de
crecimiento hacia adentro o nacional-desarrollismo o capitalismo paternalista,
estaba en franca descomposición desde 1955.
No se había generado un mercado interno de peso y el imperialismo había
consolidado sus posiciones en las áreas más dinámicas de la industria, además
de la propiedad del cobre en manos gringas.
Importante es señalar, que los intensos grados de concentración de la
industria en Chile, iniciados en la década de los ’50, fue un fenómeno
económico estudiado por el Carerraja Ricardo Lagos, a través de un texto que
finalizaba con la petición de la socialización de los medios y fuentes de la
producción (nosotros los de ayer ya no somos los mismos).
El Gobierno de la Unidad Popular, en
sus mil días de existencia, avanzó en el compromiso establecido en las 40
medidas de su Programa. Nacionalizó el
cobre y las riquezas naturales. Expropió
algunas industrias y profundizó la Reforma Agraria. Por otra parte, devolvió tierras al
Pueblo-Nación Mapuche.
Hito fundamental del período 1970-1973,
fue el proceso de generación de embriones de Poder Popular. Ese Poder, se expresó en la acción directa, a
través de tomas de terreno, fábricas, fundos, liceos y universidades. Hacia 1973, el proyecto estratégico pasaba por
la construcción de los Comandos Comunales y Comandos Provinciales.
Si bien, la UP estaba hegemonizada por
sectores Reformistas, su sola existencia potenciaba el quehacer de los otros
sectores, los que buscaban la construcción del Socialismo por los caminos que
ya habían trazado otros pueblos.
El golpe militar de 1973, viene a
resolver el conflicto de clase planteado.
El Movimiento Popular ya estaba cuestionando las bases del sistema de
dominación capitalista, “los rotos le estaban tocando el potito a la
legalidad”.
La burguesía monopólico-financiera,
generada en la década de los ’50 en Chile, apoyada por el Imperialismo,
básicamente norteamericano, desata la violencia extrema, utilizando a las FFAA,
su instrumento de fuerza monopólica, para derrocar un Gobierno que era un mal
ejemplo para sus vecinos.
Se instala una Dictadura Militar,
subordinada a la burguesía monopólico-financiera, que hegemoniza al bloque en
el poder. Su proyecto histórico pasa por
modernizar Chile, convertirlo en una gran bodega, asumiendo un modelo de
crecimiento hacia fuera, basado en las ventajas comparativas.
El imperialismo, que se fortalece luego
de la crisis de los ’70, caminaba hacia su Segunda Fase, la que se acelera con
el fin del Socialismo este-europeo.
Chile, no era más que un peón dentro de esa estrategia, que en América
Latina necesitó de dictaduras, para luego pasar a democracias de baja intensidad
o democracias gorilas.
Lo sucedido el 11 de septiembre de 1973, nos
debe hacer entender que los caminos son otros, que son más largos, que debemos
educar y educarnos en la experiencia, en la memoria dura, que nos fortalece. No podemos caer en el mismo sendero. Por eso, cada paso que demos, por diminuto
que sea, debe estar encauzado en la construcción de un Poder Popular que
aplaste a la reacción, en todos los planos.
Sin caer en las explicaciones
históricas a “lo nariz de Cleopatra”, que busca explicar los procesos históricos
en las famosas individualidades, es necesario detenerse en el Compañero
Salvador Allende.
El Camarada Salvador, vivió toda su
vida enmarcado en los rigurosos límites de las políticas reformistas. Sin embargo, su último día de vida, lo vivió
con intensidad, como lo viviría un Revolucionario. Su ejemplo inmortal, su impecable trayectoria
política, su vida entregada a mejorar la calidad de vida de trabajadores,
campesinos, mujeres y niños, lo elevan por sobre la actual podredumbre, donde
no existe política, sino que plena farándula.
Algunos, lo convierten en icono del
Reformismo. Otros, le endosan la causa
de la derrota del Movimiento Popular.
Los más, lo esconden, pues saben que es un peligro, ya que agita esa
memoria rebelde, que se expresa en cada acción anticapitalista.
El sistema de dominación capitalista
nos lleva la delantera. Nosotros,
dispersos, cuidando la “parcelita”, tratando de imponer nuestros puntos de
vista. Mientras tanto, los que viven y
sufren la explotación, no encuentran los canales por donde poder expresar el
legítimo descontento.
Algunos apuestan a lo social, no
contaminándolo con lo político. Otros
apuestan a la politización de lo social.
Algunos apuestan a la fuerza social revolucionaria. Otros, apuestan a lo electoral. Otros, apuestan al camino autónomo, fuera del
espacio de la legalidad burguesa. Unos
apuestan al formato ochentero, otros privilegian la protesta en los centros
cívicos. Y así, un sinnúmero de
variantes, luego de la Segunda Derrota del Movimiento Popular signada en 1986,
cuyos efectos son notorios todavía.
Nuestro principal objetivo, hoy, es
despertar al dormido, que a veces somos nosotros, para luego pasar a su
organización. Recordemos que todavía no
remontamos la desarticulación del Campo Popular, que debe estructurarse tras la
defensa de todas las demandas, todas las luchas, todos los sueños. Lo que viene después todos lo
pergeñamos. Pese a todo, la primera
tarea, que es de esfuerzo, tenacidad, perseverancia, es a la que debemos
abocarnos en lo inmediato. Vivimos
todavía un período de reflujo de la lucha de clases, en donde incluso hacer
política o prácticas primarias, pasan por políticas revolucionarias. Es más que evidente que los Trabajadores y
las Trabajadoras, la pequeña burguesía, todavía siguen atrapados bajo las
“delicias del capitalismo”, pagaderos en módicas cuotas mensuales.
Hace exactamente 48 años, los Pueblos y
los Trabajadores, fueron a las elecciones, pensando en que ese camino abriría
las condiciones al Socialismo. Pensando
en que la burguesía, la patronal, respetaría la decisión mayoritaria. Sabemos cómo concluyó esa experiencia.
De todos y todas, depende que no se
vuelva a repetir.
¡SÓLO
LA LUCHA Y NUESTRA UNIDAD NOS HARÁ LIBRES!
¡NUESTRO MEJOR
HOMENAJE A LOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS CAIDOS EN COMBATE EN POS DEL SOCIALISMO,
ES REEMPLAZARLOS EN ESA LUCHA!
BRIGADA DE
PROPAGANDA MIR LUIS BARRA GARCÍA
4 DE SEPTIEMBRE DE 2018
SEPTIEMBRE
SE LLAMA ALLENDE
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