“CESEMOS DE DECIR QUE LA GUERRA
CONTRA IRAK FUE UN ‘ERROR’”
Por Dennis J. Kucinich
Huffington Post
A
medida que Irak se hunde en el caos desde hace más de una década como resultado
de la operación «Misión cumplida», políticos y periodistas se pusieron de
acuerdo para calificar esa guerra de «error», como algo que hay que dejar de
hacer. Pero la retórica del «error» no es una retórica de contrición sino de
negación ya que resta importancia a las desastrosas consecuencias de esa
guerra, tranquiliza las conciencias y priva a los estadounidenses de toda
oportunidad de sacar algún tipo de enseñanza de la desastrosa política exterior
de nuestra generación.
La
guerra de Irak no fue «un error» sino el resultado de un engaño calculado. El
hecho doloroso, crudo, es que nos mintieron. Y ya es hora de decirlo.
La
verdad sobre Irak estaba ahí, visible, pero ignorada. Ese país no tenía armas
de destrucción masiva. Sadam Husein no tenía nada que ver con el 11 de
septiembre. El objetivo de la guerra no era liberar al pueblo iraquí. Así lo
dije en el Congreso en 2002. Los millones de estadounidenses que salieron a la
calle a protestar contra aquella guerra sabían la verdad. Pero los dos partidos
los denigraron por oponerse al presidente en tiempo de guerra e incluso los acusaron
de no «respaldar a las tropas».
He
escrito y hablado muchísimo sobre ese tema. Pero hoy propongo dos maneras de
abordarlo:
1.
El presidente Obama tiene que decirnos la verdad sobre Irak y cuál fue el falso
escenario que se siguió para emprender la guerra
Cuando
Obama entró en funciones, en 2008, anunció que su administración no emprendería
ninguna investigación ni acción legal alguna contra los autores de la guerra.
En realidad, de esa manera suspendía el debate público sobre la guerra. Eso
pudo parecer correcto a corto plazo a quienes querían avanzar. Pero cuando se
habla de una guerra basada en mentiras, el pasado no puede seguir siendo
pasado. La mala voluntad desplegada en cuanto a enfrentar la verdad sobre Irak
ha conducido a una especie de amnesia peligrosa para nuestra salud mental, con
recuerdos reprimidos que no cicatrizan sino que abren la puerta a más mentiras.
Como es posible que los análisis quizás conduzcan hoy en día a «soluciones»
militares, tenemos que recordar cómo y por qué intervinimos en Irak en 2003.
2.
Los periodistas y los comentaristas deben parar de conceder tiempo y espacio a
gente que se equivocó tremendamente al apoyar la guerra o que se obstinaron en
sus argumentos a favor de esa guerra. En otras palabras, todos aceptaron sin la
menor crítica el imperativo de la guerra tal y como lo describieron altos
funcionarios o miembros del Congreso y representantes oficiales del gobierno.
Por otra parte, la prensa sopló para avivar el fuego de la guerra sin ofrecer
espacio alguno a quienes militaban contra ella.
El
presidente Obama no inició la guerra en Irak. Pero tuvo la oportunidad de decir
la verdad: que fue un error emprenderla, que el motivo de la guerra era
injusto, que la intervención militar creó más problemas de los que resolvió,
que el caos actual y la presente violencia en Irak son consecuencia directa de
la decisión que tomó Estados Unidos –en 2003– de lanzarse a esa guerra.
Y
demostrar, más de una década más tarde, que esa guerra se basó en mentiras
realmente no exige demasiado coraje.
CAD
– EQUIPO INTERNACIONAL
Septiembre 12 de 2014
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