2014: Que en Chile y
sus alrededores lleguen los marcianos comunistas y libertarios para explicar,
pero no para invadir
Andrés Figueroa Cornejo
Que a 7 años del comienzo de
la crisis civilizatoria del capitalismo, aún no se ha producido ningún
levantamiento popular y revolucionario triunfante en el planeta.
Ello impone a la voluntad
humana de cambiar la vida y propiciar el epígrafe de una sociedad post
capitalista flexibilizar las tácticas, ahorrar en requerimientos y cheques en
garantía para provocar la unidad de todas las fuerzas sociales cuyos intereses
estén en contradicción sin remedio con el capital. Echar abajo los fetiches y
las experiencias y conocimientos descontextualizados. Que la única condición de
la unidad necesaria sea la independencia política respecto del Estado y la
minoría que se apropia del excedente producido por la mayoría. Ampliar
exponencialmente la concepción de ‘compañero’, volver a criticar las viejas
críticas por muy recientes y acertadas que parezcan. Ser pueblo en lucha, terminar
con la propaganda política de intranet –incomprensible para el grafólogo más
perito-; hacer una lista de prioridades donde, efectivamente, al principio esté
lo importante.
Amar al prójimo como a uno
mismo, integrar afectiva y efectivamente a los niños y a los viejos ajenos como
si fueran propios. Conducirse solidariamente y mandar a la mierda la tolerancia
rancia, máscara de la indiferencia. Pensar, estudiar y actuar con épica de
titanes del pueblo y lavar los platos, hacer la fila, limpiarle el culo al
crío, escuchar con atención a los jardineros y carteros, exponerse
permanentemente como si fuera la hora final. Apuntar al enemigo principal de la
humanidad y no a quien más se ama. No confundir al colega con el capataz, ni al
capataz con el dueño, ni al dueño con el verdadero dueño. Hablar sin rodeos,
pero con todo respeto; desarmarse de la
amenaza, el reproche y la extorsión.
Armarse de convicción de
poder, de la acumulación de saberes y luchas históricas de todos los pueblos.
Compartir la memoria, politizar la memoria, recrearla como movimiento nuevo y
superador. Aprender de nuestros mayores, pero con sinceridad fraterna,
obligarlos a que renuncien a sus cargos vitalicios. Las mismas direcciones
políticas que no pudieron conducir en Argentina la pueblada de principios de
milenio y que, incomprensiblemente, siguen en las mismas direcciones políticas,
reproduciendo la misma vaina, que se subordinen a las nuevas autoridades del
territorio social oprimido y que entiendan de una vez que las revoluciones no
tienen su edad biológica y que la monarquía y el nepotismo sólo atrasan las
experiencias liberadoras. La misma cosa para Chile, Palestina, China, España y
Grecia, entre otros.
Que no se olvide nadie nunca
que combatimos en todos los campos, empleando todas las formas de lucha de
acuerdo a las relaciones de fuerza y contexto, y que no se trata de que ‘la
tortilla se vuelva’, sino del triunfo de la humanidad contra el modo de
producción capitalista, la sociedad de clases y el trabajo asalariado. La
mayoría de la minoría burguesa también está alienada. Por eso hay que liberarla
de sus cadenas a través del ejercicio necesario de la igualdad. Por fuerza y –donde
sea posible- por consenso.
Que el 2014 no perdamos
tantos amados y amadas. Que lleguen los marcianos comunistas y libertarios para
explicar, pero no para invadir. Que la juventud rebelde no se desangre en medio
de la desesperación y el impulso mal calculado. Que nos percatemos
colectivamente de que todos somos indígenas y migrantes y que todos venimos del
centro de África. Que saboteemos el patriarcado y sus maldiciones cotidianas.
Que la resistencia de los mancillados comience a imaginar la ofensiva de los
libertadores. Que la explotación infantil y el saqueo y destrucción de la
naturaleza sean mal mirados por el sentido común. Que toda resistencia, aunque
amemos la paz, no se piense ni se organice sin blindaje ni retaguardia
estratégica. Que de las disputas interimperialistas pasemos a las disputas
entre oprimidos y opresores. Que los zapatistas y los saharauis tumben
posiciones enemigas.
Que mi nombre se con-funda
más con el nombre de los humillados y el egoísmo se vuelva una mala palabra y
una peor conducta. Y que la celda endiablada de los prisioneros políticos se
pudra, derrita o desplome.
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