Personas
y organizaciones sociales protestaron en la Cancillería de Argentina a una
década del envío de fuerzas militares de ocupación al país antillano.
Andrés Figueroa Cornejo
Luego del derrocamiento del Presidente
Jean-Bertrand Aristide (comprometido con los derechos populares y la Teología
de la Liberación) en el 2004, la ONU impuso la llamada Misión de Estabilización
de las Naciones Unidas en Haití, MINUSTAH, un compuesto de militares de
Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Paraguay,
Honduras y El Salvador. Es decir, una versión tercerizada de la tradicional y
directa invasión militar norteamericana enmascarada esta vez de la ayuda
humanitaria de sus vecinos.
A una década de la creación de la MINUSTAH,
personas y organizaciones sociales de Argentina demandaron al gobierno el
retiro de las tropas el reciente 9 de junio al mediodía, en la Cancillería
titularizada por Héctor Timerman. El funcionario gubernamental se reunió con el
nobel de la Paz y presidente del Servicio Paz y Justicia Adolfo Pérez
Esquivel y otras personalidades de derechos humanos, a quienes les manifestó
con humor cítrico que los uniformados argentinos podrían retirarse de Haití
cuando ella cuente con suficientes policías y si el propio gobierno del
territorio antillano lo solicita. Pero el gobierno haitiano llegó donde está a
través de un fraude electoral, es un producto político de la propia ocupación
castrense multinacional y representa los intereses de Estados Unidos, Canadá,
Francia y la OEA.
CON LAS MALVINAS UNA CARA,
CON HAITÍ OTRA
La autoridad de Derechos Humanos de las Madres de
la Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas, fundamentó la exigencia del
retiro de las fuerzas argentinas señalando que “son 10 años de violaciones contra los Derechos Humanos del pueblo de
Haití, de vejaciones sexuales sobre mujeres y niños, y de abusos cotidianos. Yo
he estado en Haití más de una vez y son feroces los estragos sociales salidos
del cobro de una deuda externa de 100 años. Argentina lucha por la recuperación
de Malvinas mientras, al mismo tiempo, es parte de las tropas militares de
ocupación en uno de los países más pobres del mundo”.
MEGAMINERÍA, TURISMO DE
LUJO, SAQUEO
Con 10 millones de habitantes de los cuales el 80%
habita una miseria cavernaria, Haití sufre y sobrevive, muerde aire mientras se
envenena y se esperanza por destino insurrecto. Lo cierto es que la MINUSTAH es
el medio facilitador para continuar con el saqueo transnacional de sus recursos
y soberanía, y de la megaminería y el turismo de lujo que destruye
comunidades humanas completas. Además de ser responsable probada de la muerte
por la epidemia de cólera de casi 9 mil haitianos y más de 700 mil enfermos,
víctimas de la contaminación de los ríos.
Carlos Aznárez, militante de la solidaridad
internacionalista, periodista y director de la revista Resumen Latinoamericano,[1]indicó
que “La MINUSTAH es igual que cualquier
invasión y ocupación militar norteamericana. Cada vez que el pueblo haitiano se
manifiesta, las tropas de la MINUSTAH lo reprime con brutalidad.”
-¿QUÉ BUSCA LA MINUSTAH?
“Mantener a
Haití aislada del resto del continente, convirtiéndola en una base geopolítica
estratégica para los intereses norteamericanos. De hecho, la embajada de EEUU
en Haití es una de las más grandes de América Latina. Y también hay razones
históricas. Desde el poder, se trata de castigar a un pueblo que se independizó
en 1804 mediante el triunfo de una rebelión, de un levantamiento anterior a los
procesos independentistas del resto de la región. Estamos frente a una venganza
ejemplar de los poderosos en contra de la libertad.”
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