Luego de los horrores
de la II Guerra Mundial inter-imperial, 1939-1945, una de las preocupaciones de
la naciente ONU fue la promoción y protección de los derechos humanos. Así, el
10 de diciembre de 1948, cuando ya recrudecía la Guerra Fría entre los bloques
yanqui y soviético, la Asamblea General de dicha organización mundial proclama
la Declaración Universal de Derechos del Hombre como el modelo común al que
todos los países debían aspirar y en donde afirma que el respeto a los derechos
humanos y a la dignidad de la persona humana "son los fundamentos para la
libertad, justicia y paz en el mundo". En 1950, la Asamblea General invitó
a todos los Estados miembros y a las organizaciones interesadas a que
observaran el 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos.
Con el transcurso del tiempo, se han
desarrollado un conjunto de instrumentos y mecanismos desarrollados para
asegurar la primacía de tales derechos y para hacer frente cuando sean violentados.
Sin embargo, todo ello no ha sido óbice para que sean violentados de tanto en
tanto (dictaduras militares, invasiones imperiales en diversas zonas del mundo,
guerras civiles azuzadas por sectores dominantes locales en sociedad con
intereses transnacionales, etc.). Aparte de ello, debemos recordar que toda
sociedad dividida en clases, o sea lo común en el Sistema Capitalista Mundial,
per se es un atentado contra los DDHH. Ello se evidencia hoy por hoy en que a los
Derechos del Pueblo (en realidad los derechos legítimos de la gran mayoría
nacional); es decir, el pleno derecho a la educación, a la salud, a la
vivienda, por el trabajo digno, por la identidad cultural y política de los
pueblos aborígenes, etc., les resta aún mucho trecho por ser plenamente ejercidos
por el propio pueblo y reconocidos ampliamente. Claro que para que este caminar
se llegue a concretar dependerá de la construcción de la fuerza social
revolucionaria, basada en el Poder Popular, la cual sustente, propicie y
defienda en todos los planos el ejercicio más amplio y pleno de tales derechos
por parte del mismo pueblo.
Lamentablemente, éste nuevo aniversario
de la Declaración de los DDHH nos sorprende con la sensible pérdida de dos
grandes defensores de ellos; uno de renombre mundial, Nelson Mandela, mientras
que en el ámbito nacional, sufrimos la partida del cura Alfonso Baeza.
Mandela, ya sabemos, se destacó en la
lucha por la libertad y la justicia para el oprimido pueblo negro sudafricano,
sufriendo por ello innumerables atropellos a sus mismo derechos. 27 años detenido
en una celda infecta no es un tema menor, ni tampoco las torturas a las que se
vio sometido. Ni éste gran líder popular, ni su partido-rama del Congreso Nacional
Africano, el MK, tuvieron problemas en cuanto a utilizar todas las formas de lucha
posibles en contra de las fuerzas del Estado racista, ni para aliarse con el PCS.
A este último respecto, ‘Madiba’ señalaba: “Nos unimos con el Partido Comunista
Sudafricano en torno a aquellos objetivos que nos son comunes, pero respetamos
la independencia de cada uno y su identidad individual. (…) derivamos fuerza de
esa alianza”.
Por su parte, el ‘chico’ Baeza se
destacó, sobre todo durante los años de la dictadura, por su defensa de los
derechos de los trabajadores y también de los perseguidos políticos por el
régimen. Se puso a disposición de las
familias que sufrieron las atrocidades y horrores del Golpe y sus consecuencias, colaborando
poco después de ello en el Comité Pro Paz y la Vicaría de la Solidaridad. Primer
Vicario de la Pastoral Obrera de Santiago desde el año 1977 y hasta
el año 2000. Fue director de Caritas Chile y en la actualidad administraba la
Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Estación Central, como un verdadero ‘Cura
del Pueblo’.
¡A
DESATAR TODAS LAS FUERZAS DEL PUEBLO EN DEFENSA DE TODOS Y CADA UNO DE SUS DERECHOS!
COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA
Diciembre 10 de 2013
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