UN HOMENAJE A LOS ESTUDIANTES MASACRADOS
EL 2 DE OCTUBRE DE 1968, EN LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS, DE LA CAPITAL
MEXICANA
Sólo habían pasado dos meses desde el glorioso Mayo
francés, cuando, a mediados de 1968, algo comenzó a pasar entre los estudiantes
de México. Algo que no era ajeno al Weltgeist
de entonces, pues también existía inquietud y ganas de cambiar el mundo en las
juventudes de EEUU (manifestaciones contra la Guerra de Vietnam y de repudio
por los asesinatos ese mismo año de Luther King y Bob Kennedy), de Europa (en
oposición a la intervención soviética en Checoeslovaquia, justificada por la
defensa del “socialismo”), de Argentina (al año siguiente sería el Cordobazo, el Mayo argentino), de Chile
(la ‘Reforma’ universitaria), algo en la Revolución Cultural china (liderada
por Mao). Era la época del existencialismo, del estructuralismo, del marxismo
(así a secas o con diversos apellidos), que se concentraban y recreaban en las
universidades alrededor del mundo, las que actuaban como verdaderos centros
motores del creciente movimiento político-social revolucionario. Era el tiempo
de la acción y la transformación del régimen burgués, caduco y reaccionario,
para lo cual se contaba con los ejemplos chino, vietnamita, cubano, checo, de
las colonias africanas y de Oceanía. Era el escenario para los líderes del
futuro, algunos provenientes del ámbito universitario: el Che (¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y
cercano, si dos, tres, muchos Vietnam
florecieran!), Ho Chi Min, Agustín Tosco, Luciano Cruz, Daniel Cohn-Bendit,
Rudi Dutschke, etc.
Pero, ¿cuáles son
los antecedentes de ese gran movimiento que sacudió el DF en 1968 y que abrió
otro tiempo en México? Se asegura que la cosa comenzó con los movimientos
reivindicatorios, sociales y económicos, por parte de los internos y residentes
de medicina del Hospital 20 de Noviembre capitalino, entre noviembre de 1964 e
igual mes de 1965, con acuerdos que fueron burlados por el recién ‘electo’
Gustavo Díaz Ordaz (enésimo presidente el PRI); la conquista de una ley
orgánica democrática, alcanzada en 1961, por los universitarios de la U de San
Nicolás de Hidalgo y ligada ella a las luchas populares de la zona de Morelia,
logro que fue cuestionado con un alza de locomoción en 1966 y que acarreó
enfrentamientos hasta con el ejército y tres años de cárcel para los
dirigentes, tanto estudiantil como popular; en 1967, los estudiantes sonorenses
se suman y pasan a liderar la movilización popular contraria a la imposición de
un candidato PRI a gobernador.
Los hechos
inmediatos del movimiento del “68, antes de la masacre del 2 de octubre, fueron
los siguientes:
22/07/68: luego
de armarse una gresca en un partido de fútbol americano entre equipos de
escuelas vocacionales del Politécnico y de la UNAM, los participantes son
disueltos brutalmente por la policía militarizada, la que incluso invade una de
las escuelas vocacionales. Cabe destacar que según documentos desclasificados
del Departamento de Estado de EEUU, la CIA estuvo al tanto desde un comienzo de
toda la acometida social, mantuvo conversaciones al respecto con el gobierno
mexicano e hizo recomendaciones a éste sobre su represión;[1]
26-29/07/68: varias
escuelas paralizan por la arremetida y la ocupación policial, además de
celebrar el 26 de julio cubano. Marchas conjuntas del IPN y UNAM chocan con los
uniformados, quienes arrasan con un saldo de 500 heridos y decenas de
detenidos. En la noche, fuerzas represivas copan locales de organizaciones estudiantiles,
del PCM y de prensa de izquierda, con varios aprehendidos;
30/07/68: alumnos
se atrincheran en la Preparatoria San Ildefonso (preuniversitario) y el
ejército destruye de un tiro de bazuca su puerta de madera labrada, una
reliquia del siglo XVIII;
01/08/68: el
rector de la UNAM, Javier Barros, condena la represión y la violación de la
autonomía universitaria, exigiendo la libertad de los presos políticos. Iza la
bandera a media asta y encabeza una marcha tras el lema “¡Únete Pueblo!”.
02/08/68:
disensiones entre los estudiantes acerca de las reales intenciones del rector.
Se crea el Comité Nacional de Huelga (CNH), donde sólo concurren 3
representantes de las escuelas en huelga (no en paro activo) y no se admite la
representación de federaciones o partidos. La Procuraduría requiere a
dirigentes del PCM y afines;
03/08/68:
propaganda en contra del Movimiento Estudiantil (ME), por parte del gobierno y
de sus cercanos (FNET, de estudiantes técnicos), que los acusan de molestar la
realización de las XIX Olimpíadas, a realizarse en México en octubre;
04/08/68: el ME
crea un pliego que anula el de la FNET, más político;
27/08/68: una
multitudinaria marcha, 30 mil personas, se dirige en la tarde al Zócalo. Aún no
había salido la retaguardia de la marcha a las 19:00 cuando fue izada en este
último sitio una bandera rojinegra;
28/08/68:
desalojo brutal de los acampados en el Zócalo, mediante infantería, tanquetas,
camiones, motos, etc. Tiradores gubernamentales, desde techos cercanos, se
ceban sobre los manifestantes;
07-13/09/68:
diversas marchas del ME: de las ‘antorchas’, del ‘silencio’;
18/09/68: el
ejército invade la ciudad universitaria de la UNAM;
23/09/68:
renuncia el rector Barros de la UNAM, pero el consejo de la U no le acepta la
renuncia, pues “debe luchar contra la ocupación militar”. En las primeras horas
de la noche, enfrentamientos entre estudiantes y fuerzas conjuntas de las
policías y ejército, que los agreden a balazos. Cientos de heridos y detenidos;
01/10/68: el
ejército se retira de la UNAM y del IPN.
La tarde del 2 de
octubre, decenas de miles de personas se reunieron en las Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco. Un inmenso contingente de las fuerzas represivas
del Estado se desparramó alrededor, mientras que algunos civiles armados se infiltraron hasta las
partes altas de los edificios circundantes (inclusive, hasta el piso 3º del ‘Chihuahua’,
donde estaban los oradores). A las 17:55, dos bengalas fueron lanzadas como
señal para que se iniciara el ataque de los francotiradores desde las azoteas.
Estos también dispararon desde el oratorio del Chihuahua, en lo que parecería un
ataque de los estudiantes hacia los militares desplegados alrededor de la plaza,
quienes respondieron en el acto, iniciándose una balacera indiscriminada sobre
los manifestantes, los cuales huyeron hacia las construcciones cercanas, desde donde
fueron arrancados por la policía y arrastrados hacia dos sitios sumando cerca
de 3 mil los detenidos. Más tarde, estos serían enviados a diversas cárceles
del DF.
Aún en estos días
no se sabe el número exacto de los asesinados. Según el gobierno, fueron “sólo
20”. Un testimonio a la escritora Elena Poniatowska, de una madre que buscaba a
su hijo, hizo ascender la cifra a 65 cadáveres en un solo lugar. La BBC, en una
acotación de 2005 al despacho de ese 2 de octubre,[2]
sostiene que el número estuvo entre 200 y 300. Otros cifran la tragedia en 1500
personas.[3]
La XIX Olimpíada
fue inaugurada el 12 de octubre sin ningún incidente. El gigantesco ME había
sido enterrado y pasó a ser más importante la gesta olímpica, para mayor gloria
del PRI y los dueños de México.
Por supuesto que
el ME chileno debe aprender de los demás movimientos llevados adelante por los estudiantes
alrededor del mundo, como este del “68 mexicano, recoger el ejemplo y la
valentía de los movilizados y extraer las experiencias positiva que cada uno posee.
Sólo la acumulación de las prácticas políticas populares nos permitirá ir con
paso seguro hacia adelante, atisbando el gran futuro que se nos abre en la
senda de la transformación social, única posibilidad de poder contar con una
educación realmente al servicio del pueblo.
¡HONOR Y GLORIA A LOS CAÍDOS EN LA PLAZA TLATELOLCO!
¡EL QUE NO LUCHA POR TODO NO LUCHA POR NADA!
¡SÓLO LA
LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
CAD – Equipo Estudiantil
Septiembre 30 de
2014
No hay comentarios :
Publicar un comentario