¤ Según la revista Economía
y Negocios, del falsario El Mercurio,[1]
los chilenos que se creen de Clase Media (CM)
alcanzan al 84% de la población –más o menos 14,2 de 17 millones de habitantes.
Se anima el pasquín a ilustrar sus sofismas con algunas frases ad-hoc de los
que presumen integrar esa fabulosa clase:
“Soy de la clase media, porque debo trabajar
bastante como para mantener una vida relativamente holgada sin grandes
lujos";
“Al tener estudios superiores hay
más ventajas o facilidades de encontrar un trabajo mejor remunerado” y su diferencia
con la clase alta es que "a veces, haciendo el mismo trabajo, su
remuneración es mucho mayor, porque los contactos influyen mucho”;
“la gente pobre es ‘más
sacrificada, le alcanza menos’ y los más ricos, ‘viven más desahogados’”.
Las cifras indicadas, y en realidad la crónica toda, deben
ser miradas al contraluz del ideologismo que las motiva. El medio de los
Edwards se esfuerza en dar crédito a la supuesta existencia de la CM, ubicada entre la poderosa
aunque mínima burguesía y la cada vez más empobrecida aunque extensa clase
trabajadora, lo cual vendría a diluir el extremo y creciente distanciamiento
entre ambas, buscando mediante el conjuro de éste tercer sujeto una cierta
estabilidad en la desigual formación y la promesa de que es posible el
emprendimiento en los marcos de ella.
La revista de marras, se hace eco del pase de
prestidigitación que efectúan las agencias publicitarias y encuestadoras
(interesadas ambas en la suerte de los negocios de los de arriba, por cierto),
que dicen clasificar a la CM
según “subsegmentos: la clase media alta
(C1), la media media (C2) y la clase media baja (C3). Y es habitual que (…)
[se] sume el segmento C1 al AB, el ABC1, los de mayores ingresos”. Éstas
divisiones están francamente basadas en unas artificiosas categorías de ingreso
de grupos familiares, relacionándolos en forma directa con el nivel relativo de
consumo y en dinero que esas familias alcanzarían, sin hacer mayor diferencia
en cómo se las arreglan los ‘integrantes’ de esas familias, agrupadas a su vez
en esas variedades de ‘clase media’, para alcanzar tal horizonte y tampoco hace
sentido en cómo se distribuyen tales ingresos según tamaño de las familias. Con
todo, la gracia está en que todos los interesados en envolarnos la perdiz nos
quieren hacer pasar ingreso/gasto
por pertenencia a una clase (cabe
destacar que en esto se asemejan a algunos marxistas vulgares).
El autor de la crónica es un copión y afirma que de los
integrantes de la CM,
“En cuanto a trabajos, la mayoría se
desempeña en la construcción, el transporte y las comunicaciones (22,8% del
total de trabajadores de la clase media se desempeña en empresas de estos
rubros), y sólo un 11,2% trabaja vinculado de manera directa al Estado (sector
público, administración y salud), según el estudio ‘Clase media en Chile, 1990-
2011: Algunas implicancias sociales y políticas’, de Emmanuelle Barozet y Jaime
Fierro”.[2]
Con todo, igual debe reconocer que “Mirados desde los ingresos, hay tantas clases medias como criterios
usados para medirla, advierten los expertos. Por ejemplo, si se considera en
este segmento sólo a los grupos C2 y C3, éstos ganan entre $400 mil y $1,2
millones mensuales”.[3]
Ahora bien, “Si la población se divide en
quintiles (cinco grupos, suponiendo que al medio se ubica la clase media), los
ingresos (para los quintiles 2,3 y 4) fluctúan entre $330 mil y $715 mil en
hogares del Gran Santiago, según la encuesta del INE 2006- 2007. Los expertos
consultados sitúan a la clase media hoy en cerca de los $500 mil y los $2
millones (considerando al segmento C1) mensuales por hogar”. Más abajo
analizaremos la falsedad de estos dislates matemáticos y teóricos.
Asimismo, se comenta en la crónica que el consumo y las
formas de éste asumidas por la fantasmal CM se han diversificado mucho en los
últimos 20 años. Al contrario de lo que podría pensarse con los datos
mencionados, allí se afirma que dicha “clase” no está especialmente endeudada
(mayor nivel educacional, menor uso de las tarjetas de crédito que los más
“pobres”). Sólo un 10% del segmento podría estar endeudado en forma vulnerable.
Sus miembros tendrían como grandes valores el esfuerzo y la superación. Según
algunos autores, políticamente los de CM preferirían la “estabilidad” y como no
están definidos ni su contenido ni sus límites, los que se auto-identifican con
tal clase van desde unos pobres a algunos ricos. "Cultural, subjetiva y masivamente, Chile se siente de clase media",
anota un solazado estudioso. En esa identificación pesaría, además, lo que se
considera como políticamente correcto. El nivel educacional, por sí solo,
tendría un gran peso en la tipificación. Finalmente, se asegura que habría diferencias
sociales no sólo verticales, sino que también horizontales.
Si bien se puede criticar su afán de cohonestar la
existencia de una supuesta CM, El Mercurio acierta cuando recuerda que son más
de 4/5 de los chilenos que, sin tener razón para hacerlo, se identifican con
tal clase, pero no nos dice que ello es reflejo de los efectos
político-ideológicos del patrón acumulativo vigente, impuesto a punta de
bayonetas en lo que fuera un exitoso arrase de las formas del pensamiento y de
la acción populares hasta 1973, siendo estos drásticos cambios los que
impidieron cualquier resistencia y que vaciaron de contenido y de propuestas al
conjunto del pueblo y sus organizaciones, las cuales, otrora, recogían y
canalizaban las aspiraciones sociales, materiales y políticas de las amplias
masas. Además, debemos constatar la total metamorfosis de las formas del
trabajo, una de cuyas aristas fue, directa e intencionadamente, acabar con las
grandes organizaciones de trabajadores y, por extensión, con las de tipo
social-político más de avanzada. Hoy por hoy, ser un trabajador manual volvió a
ser mal visto, tal como lo era en el siglo XIX y el trabajador intelectual
tiene que hacer méritos mediante un gran consumo para ser definido como
partícipe de la CM. Más
bien, todos los ciudadanos deben hacer enormes y constantes esfuerzos por
acrecentar sus posesiones (para eso hay crédito y diversas formas de
endeudamiento), pues en el camino del consumismo construirán su estatus de
personas y lograrán alejarse del estigma de pertenecer a las “clases pobres”.
En una palabra, gran parte de la población se considera como lo que no es;
antes bien, se identifica con lo que aspiraría a ser y así dejar de ser lo que
sea que es.
¤ El otro importante medio de difusión de la ideología de
los dueños de nuestro país, La
Tercera, se vanagloriaba en 2013 de que los salarios de la
supuesta CM son los que más crecen en el bienio.[4]
Allí se recogen datos de una encuesta anterior sobre empleo de la U de Chile, los cuales
indicarían que el sueldo promedio de quienes ganan de $243.000 a $400.000 había
crecido un 31%, entre 2011 y 2013. Además, dicho estudio mostraría que la mitad
de los trabajadores del Gran Santiago gana hasta $300.000 al mes. Sin embargo,
estos ingresos no son ajustados en relación con el alza del costo de la vida
real en el mismo período.
Lo que allí tampoco se dice es que, teniendo los hogares
un promedio de 4 integrantes, resulta que esos $300 mil de cada trabajador se
transforman en sólo $75.000 mensuales por cada componente del grupo familiar,
que es casi igual a la cifra oficial bajo la cual se define como pobre a alguien
en Chile, la que alcanza los $72.098.[5]
Ahora bien, como el estudio añade que el 60% de los trabajadores de la capital
gana hasta $400.000, podemos extraer que cada uno de los integrantes de sus
grupos familiares, integrantes a su vez de la supuesta CM, apenas perciben $28
mil por sobre el nivel que los colocaría bajo la línea de la pobreza. Todo
esto, obviamente, desmiente la existencia de una supuesta ‘Clase Media’, a la
que pertenecerían nada menos que el “84%” de la población.
Con lo dicho, creemos, queda claro la falsedad de lo
anotado en el mismo artículo, cuando dice que: “’Si se define como clase media a quienes están bajo el 20% más rico y
sobre el 20% más pobre, el percentil 40 se podría catalogar como clase media
baja, aunque no existe una definición objetiva y consensuada’, explica Ricardo
Paredes, director del Departamento de Ingeniería Industrial de la UC” (quien alega que el
alza en estos sectores se puede atribuir a “un
mayor acceso a la educación”, cuya calidad y ponderación son otro cuento),
en circunstancias que el presunto y aparentemente ‘asombroso’ aumento de un 31%
de los ingresos, se dio entre los trabajadores de los percentiles 40 a 60 (que ganan de $243 mil
a $400 mil), en cuyos hogares se diluye tal aumento y sus integrantes quedan
casi en la línea de la pobreza o un poco más arriba, tal cómo anotáramos más
arriba. Es tan falaz esa afirmación, del autor del artículo, como las que
endilgan allí mismo, sobre un supuesto relativo mejoramiento de los ingresos de
los percentiles identificados con la
CM, un “experto” de la
UC y una vocera de Libertad y Desarrollo, todos sectores
alineados con los dueños del capital. Eso sí, al final del escrito, se recuerda
que no todo es tan bonito y “que la
distribución de ingresos laborales totales se ha mantenido altamente desigual
en los últimos dos años, lo que queda en evidencia al considerar la razón entre
el ingreso promedio del percentil 90 y del percentil 10, que en mayo [de 2013] fue
de 6,3 veces” y que “Los salarios son
tan bajos que aunque las tasas de crecimiento sean altas, no hace mucha diferencia
entre los grupos de mayores y menores ingresos”.
Aportemos, para ampliar la visión sobre la temática, que
en EEUU se considera como pobre a un grupo familiar de 4 integrantes cuyo
ingreso mensual no supere los $1.080.000 ($270 mil cada uno),[6]
mientras que los hogares de clase media tendrían ingresos mensuales desde $US35
mil a US$100 mil ($19.460.000-$55.600.000).[7]
COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA-CHILE
Mayo
8 de 2014
[1] “¿Qué significa ser de clase
media hoy en Chile?”, edición del 26/08/12; en: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=99870
[2] Estudio realizado para la Fundación Konrad
Adenauer, de orientación democristiana; en: http://www.kas.de/wf/doc/kas_29603-1522-4-30.pdf?111202200649
[3] Según estudio de la agencia ADIMARK, con datos del censo de 2002.
[4] “Salarios de la clase media
son los que más crecen en los últimos dos años”, edición del 05/08/13; en: http://www.latercera.com/noticia/negocios/2013/08/655-536310-9-salarios-de-la-clase-media-son-los-que-mas-crecen-en-los-ultimos-dos-anos.shtml
[5] Confrontar la misma La
Tercera en: http://www.latercera.com/noticia/negocios/2014/02/655-565602-9-carencias-y-vulnerabilidad-las-otras-formas-de-medir-la-pobreza-en-chile.shtml
Cabe recordar que dicha cifra equivale a dos canastas básicas (el de una
corresponde a la línea de la indigencia), cuyo valor unitario se definió hace
25 años y que no ha sido actualizada.
[6] Ídem.
[7] Thompson, William; Hickey, Joseph,
“Society in Focus”. Boston,
MA: Pearson; 2005. Precio del dólar igual a $556, 08/05/14.
Interesante artículo. En un tiempo más pretendo escribir sobre las dos clases que no existen: la clase media y la clase política.
ResponderEliminarSobre la cuestión de las clases, escribí esto a mediados del año pasado:
La conclusión a desarrollar debiera ser evidente partir de todo lo que hasta aquí hemos desarrollado. Cualquier estrategia política anticapitalista (y quizás también “reformista” en sentido fuerte ) debe tener su centro en la clase obrera. La definición de las clases no puede estar dada por estadísticas oficiales que dependen de categorías poco fértiles (por ejemplo, analogar mecánicamente micro-empresa con pequeña burguesía), sino que debe fundarse en un análisis marxista racional y objetivo de lo real-actual. En este sentido, para evaluar el Chile de hoy debe tenerse en cuenta lo siguiente para caracterizar la posición de los agentes:
a) relación con los medios de producción;
b) papel desempeñado en la organización social del trabajo;
c) forma y cuantía de la riqueza social apropiada;
d) trayectoria de clase (tener en cuenta la distinción tríadica: extracción, condición, posición);
e) sobredeterminación estamental (modo de vida);
f) sobredeterminación política e ideológica
Asimismo, considerar el hecho de que “burguesía” y “clase capitalista” no son lo mismo:
“…(la burguesía) es una penumbra social entorno al núcleo duro de capitalistas propiamente hablando, matizándose (oscureciéndose) en los diversos elementos sociales que funcionan como servidores o parásitos del capital sin ser propietarios ellos mismos de capital” (Hal Draper)
“…está masa está típicamente compuesta…por la gama de grupos profesionales, administrativos y técnicos que disfrutan las condiciones de vida de los capitalistas mismos –todo aquello que por costumbre incluimos en el término “burguesía” en oposición a “capital”…” (Perry Anderson)
Esto nos previene de la afirmación espuria de que cualquiera que no posea una “relación de propiedad directa” con los medios de producción deba ser necesariamente considerado parte de la clase obrera. Esto es, lo que se denomina típicamente “clases profesionales” no serían ni capitalistas ni obreros de por sí (tampoco una “clase media” –este es un no-concepto -), sino que parte de la “penumbra burguesa”. Por lo demás, como parte de ella, tendrían la posibilidad de actualizar materialmente ciertas calificaciones dentro del proceso de trabajo, calificaciones que, en tanto los hicieran organizadores de éste, supondrían su incorporación en la “clase capitalista” propiamente dicha (cumplirían la función explotadora del capital). Si ésta es una distinción que reconoce una tendencia hacia una “polarización capitalista”; lo mismo puede establecerse en términos de una tendencia de “polarización obrera”. Con esto nos referimos al hecho de que posiciones propiamente pequeño-burguesas (propietarios de medios de producción o distribución que no asalarizan) sí pueden poseer una polarización objetiva hacia el proletariado. Así, los pescadores artesanales en el chile actual, los trabajadores temporales en el campo y la ciudad, e incluso dueños de pequeñas tiendas dentro de las poblaciones, pueden poseer posiciones objetivas susceptibles de ser incorporados en una alianza anticapitalista en la cual necesaria debe ser eminente la clase obrera (si lo que se desea es superar el capitalismo) .
Esto es lo que dice Poulantzas acerca de la clase media: Frente al antagonismo entre la burguesía y la clase obrera, la clase media se percibe como el pilar mediador y el factor fundamental del “equilibrio” de la sociedad burguesa. No sólo esta clase media está considerada sobre el mismo pie que la burguesía y la clase obrera, sino que se la concibe como el eje central de los procesos sociales, a saber, como en el lugar en el cual se disolvería la lucha de clases…Ésta se considera como un “grupo homogéneo” definido en general a partir del criterio de los ingresos, del de las actitudes mentales y de las motivaciones psicológicas, etc. Sería así el producto de una disolución progresiva, en las sociedades capitalistas actuales, de la burguesía y del proletariado en un crisol común: “aburguesamiento” de una parte cada vez más amplia de la clase obrera, “desclasamiento” de una parte cada vez más amplia de la burguesía. Esta clase constituiría el crisol de una mezcla de las clases y de disolución de sus antagonismos, principalmente como lugar de circulación de los individuos en un proceso de “movilidad” constante entre la burguesía y el proletariado. Este grupo aparece como el grupo dominante en el seno de las sociedades capitalistas actuales…Digo bien grupo, porque efectivamente, tratándose de un conjunto disolvente de la lucha de clases, el empleo mismo del término de clase resulta absolutamente inútil; el empleo, en este contexto, del término “clase media” quiere decir, tratándose de esta corriente, que las clases han dejado de existir”
ResponderEliminarCompañero Manuel:
ResponderEliminarNos han parecido muy pertinentes y oportunos tus alcances y contenidos. Efectivamente, no se pueden homologar peras con cacahuates y decirnos que, matemáticamente, la Clase Media existe porque ellos, los dueños de la historia oficial, así lo han determinado. Son muy de fondo las pretensiones de ellos respecto de levantar la leyenda de la CM, tanto como elemento estabilizador en medio de un precipicio social y como modelo aspiracional y posible, donde todo será felicidad. Te alentamos a leer la segunda parte de nuestro trabajo, publicada el 12/05/14.
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