Volvimos a ver al flaco Andrés (o Alonso
o Safiro o Daroch u otros nombres de guerra) pasada la mitad de los “70, en
plena dictadura militar, cuando recién salía del infierno de más de 3 años de prisión
política y que había incluido ‘estadías’ en el Estadio Nacional y el campo de
concentración de Chacabuco. A pesar del trance, para él no existía la
recuperación o el descanso, pues corría de aquí para allá rearticulando las
diezmadas huestes rojinegras, a la vez que intentaba, junto a los demás
valientes de la
Resistencia Popular (la ®), parar un precario trabajo
político en contra del oprobio y la injusticia. Fue una época heroica, donde
cada aporte de los compañeros y de la periferia amiga, por pequeño que fuese,
tenía un valor precioso y sentíamos que la suma de todos ellos acortaría la obscura
noche dictatorial.
Andrés hizo suyo el
llamado de la dirección partidaria de “El
MIR no se asila” y no se escondió en alguna embajada. Quiso continuar la
lucha junto a su pueblo y entonces fue detenido, a los pocos días del Golpe,
cerca de la industria donde laboraba. Tal vez (quién lo sabe), alguno de los obreros
detenidos antes y flagelado diera sus señas y le identificara como integrante
del aguerrido FTR, pero lo cierto es que prontamente es llevado al Estadio
Nacional y torturado, como todos los demás. Largas fueron las sesiones de
picana eléctrica, de golpes con objetos diversos, de dejarlo por horas colgado
de brazos o piernas, de submarino ‘seco’ y ‘húmedo’, de ‘teléfono’, etc.,
preguntando y repreguntando lo mismo, una y otra vez, ante lo cual Andrés gritó
dolor y odio, pero, como en aquel poema, guardó silencio sobre los demás camaradas.
Y tiempo después, años o décadas, vendrían las consecuencias físicas y psíquicas
de aquellos actos de inhumanidad y de barbarie.
Andrés era uno entre varios
hijos de una humilde familia. Su infancia la pasó ahí cerca del Zanjón de la Aguada, en uno de los
conventillos que se multiplicaban en la antigua periferia sur de Santiago. Fue
durante la enseñanza media que despertó su conciencia de clase, al comprender que
la sociedad estaba claramente dividida entre los pocos que tienen mucho y otros
muchos que cuentan con apenas lo necesario, mediando entre ambos los aparatos
legales y policiales que sancionan esa injusta situación. Luego de salir del
liceo, entró a laborar a la fábrica textil Yarur, cercana a su población y donde
trabajara también su padre. En ella fue que su conciencia social y la entrega a
la causa popular fueron acrisoladas y fundidas. Eran los años del gobierno de
Frei y un gran movimiento popular se agitaba y comenzaba a construir su poder.
Junto a un puñado de
camaradas, simpatizantes de la revolución social y del MIR, el Flaco participa
en la conformación de la base FTR de la fábrica, realizando en ella un metódico
y agotador trabajo político-ideológico, acordando alianzas tácticas y en la
acción con los sectores más ofensivos de la UP y de la izquierda radical con presencia entre
los obreros. Entre todos lograron democratizar y unificar los sindicatos preexistentes
y fueron fundamentales en la histórica asamblea de trabajadores del 19/04/71, donde
estos decidieron tomarse la empresa y exigir al gobierno su estatización (el
cual la legaliza al mes siguiente). Yarur sería la primera firma durante el
período de la UP
que pasaba a control de sus propios trabajadores. Comenzó la dura pero hermosa
tarea de sostener la producción de telas para el consumo popular y pese al
embargo que afectaba la llegada de materias primas y repuestos, salieron
adelante, pudiendo venderlas directamente a la población en los ‘Almacenes
Populares’ y hasta en sectores del campesinado organizado.
Luego, vino el Golpe y a pesar de todo el inmenso avance político
y social del pueblo y los trabajadores, merced al esfuerzo diario de miles de
activos democráticos y revolucionarios, como Andrés, los milicos y sus
mandantes acabaron de una plumada con todo ese hermoso sueño de justicia social
y de un mundo mejor para un “Hombre Nuevo”.
Después de la primera y brutal
arremetida militar, entre el “73 y el “75, recién a fines del “76 el MIR logra
una mínima, aunque muy débil, articulación. Esta se afianzaría desde el “77 y entre
otras condicionantes, debido a la libertad de varios miristas desde la cárcel.
Fue entonces que, andando por el centro de Santiago, nos encontramos con Andrés.
Conservaba su habitual paso rápido, a la par que su labia, pero estaba muy delgado,
fumaba mucho y en su mirada se advertía esa premura del que sabe que el tiempo
es muy corto y que queda tanto por hacer. Se fue caminando por Compañía, hacia
el poniente, no sin antes asegurarnos que la lucha sería larga, pero que igual triunfaríamos.
Vendría a continuación el
período de acumulación acelerada de fuerza político-material y de surgimiento
de una combativa franja dentro del renaciente movimiento popular, despuntando los
“80. Sobre esa reactivación, el MIR asentó su estrategia de Guerra Popular y en
sus marcos reorganizó una fuerza de valientes compañer@s relacionada con el
aspecto material más ofensivo. Allí se destacó nuestro compañero, que se
multiplicaba, junto a su compañera Elisa, por hacer avanzar la lucha popular en
todos los planos del enfrentamiento y con todos los medios posibles.
Lamentablemente, insuficiencias y errores en la aplicación de la estrategia
general y en la concepción del trabajo material, junto con subestimar la
eficacia represiva del enemigo, condujeron a éste al encuadre y aniquilamiento de
la mayor parte de la columna resistente. Ante ello, muy a su pesar, Andrés
debió salir al exilio junto a Elisa, cuando ya la represión les pisaba los
talones.
Al filo de este
apresurado y obligado viaje, otro compañero (Pepe) pudo divisar al Flaco, de
nuevo en el centro capitalino. Era una tarde de apuros, nublada y fría. Sólo tuvieron
tiempo de comunicarse, de una a otra vereda y mediante los gestos necesarios,
que las fuerzas del enemigo estaban cerca y que debían seguir su camino sin más.
En todo caso, ese avistamiento nos aseguró que Andrés seguía con vida, aún en
medio de tantas muertes. Poco restaba para que se iniciara el primer ciclo de
Protestas Populares, donde se hubieran potenciado todos los enormes esfuerzos
que previamente habían desangrado al MIR y a la ®.
Suecia fue el
destino de los perseguidos, donde retomaron rápidamente las tareas partidarias.
Desafortunadamente, para ellos y para el movimiento popular chileno, tres años
después el MIR inicia un proceso de fracturación y dispersión, lo cual provocó
una profunda pena al Flaco. No obstante, con Elisa, incansables luchadores,
deciden adscribirse temporalmente a otra fuerza izquierdista. Es al poco tiempo
de conocido lo anterior que Andrés debe enfrentar un nuevo desafío, esta vez
contra un letal cáncer gástrico, el que le da una contienda peor que los
milicos, pero Andrés, aunque mal herido, sale airoso. La pareja volvería a
Chile a fines de los “80, para encontrarse con un país y una gente que habían
cambiado mucho. Intentan algunos negocios, sin mayor fortuna, y deciden
retornar a Europa con los hijos de antes y del exilio, sólo para hacer visitas
esporádicas al país natal. En varias de esas vueltas nos habíamos encontrado
con él Flaco y Elisa, en medio de las marchas por las todavía inalcanzables demandas
por Verdad y Justicia.
Hace poco, con gran aflicción,
una compa nos transmite que la garra del maldito cáncer nuevamente amenaza la
salud de nuestro entrañable hermano y compañero. Como él está lejos, no nos es
posible darle el abrazo cariñoso que se merece. Sólo podemos hacerle llegar
estas letras y compartir con tod@s l@s que nos escuchan que Andrés, el siempre
consecuente Flaco del MIR y de la ®, uno de los incansables luchadores por la Revolución y el
Socialismo, está combatiendo otra vez por la vida y que le deseamos, con todo
el corazón, harto ánimo para que vuelva a triunfar y así nos podamos reencontrar.
Entonces, conversaremos hasta el amanecer, como antes, acordándonos de todos
aquell@s compañer@s querid@s y de tantos momentos emotivos e inolvidables.
¡COMPAÑERO
ANDRÉS, MUCHA FUERZA, PORQUE LA LUCHA CONTINÚA Y PUCHA QUE HACE FALTA GENTE COMO
TÚ!
COLECTIVO
ACCIÓN DIRECTA – CHILE
Febrero
24 de 2014
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