REFLEXIONES A 40 AÑOS DEL GOLPE CÍVICO-MILITAR
“Las revoluciones se producen en los
callejones sin salida”
Bertolt Brecht
Y se cumplen cuatro
décadas del golpe cívico-militar que echó por tierra, cruenta y abruptamente, el
sueño de millones de chilenos por una sociedad mejor; el que hizo trizas la
‘Vía Chilena al Socialismo’, pero que, asimismo, cerró el paso a la salida
revolucionaria a la crisis de dominación abierta en Chile. Ya lo sabemos y nos
duele profundamente: el ingenio del odio se ensañó con el pueblo y los
trabajadores, con las bases y dirigentes de la izquierda tradicional y la
revolucionaria.
Pero, digámoslo, la
ferocidad y la bajeza de nuestros enemigos fueron proporcionales al inmenso
salto logrado por nuestro pueblo en cuanto a conciencia y organización. Los
dueños de este país no podían tolerar que los de abajo se atreviesen a cuestionar
su eterno poder, el que venía por línea paterna desde los invasores hispanos y
que heredaran las familias de la gran burguesía. No podían soportar la pérdida
de las prebendas de una sociedad de clases y los frutos que les significaba la
explotación de la masa asalariada. En síntesis, no estaban dispuestos a
quedarse cruzados de brazos frente al avance del gigante popular, que ya no
sólo hablaba de Socialismo, sino que lo comenzaba a construir. Entonces, en una
santa alianza, se unieron los representantes de la gran burguesía con el
imperialismo, los gremios de la burguesía, la derecha política, algunas capas
medias y sus organizaciones, la DC y con la venia del Vaticano, para darle el
pase a la columna vertebral del Estado de clase burgués, las FFAA y de orden,
para que estas le saltaran al cuello al pueblo chileno aquel martes 11 de
septiembre; el golpe debía ser fulminante.
Lamentablemente, la
estrategia defensista de la UP frente a la entente Derecha-DC (ahondada luego
del ‘Tanquetazo’ del 29/06/73), sumado ello a la debilidad en su inserción al
interior del movimiento popular de la izquierda revolucionaria y la escasa
experiencia de ésta, impidieron que nuestro pueblo y sus fuerzas pudieran hacer
frente al ataque militar o al menos intentar algún grado de resistencia al
mismo.
La clase dominante
se sacó la careta democrática, resolviendo la crisis de representación que se
abría en Chile a través de su aparato armado, restaurando el sistema de
dominación y explotación capitalista. Desbrozado el camino de molestas
organizaciones político-sociales de izquierda y aterrorizadas las amplias
masas, la dirección cívico-militar dictatorial se dio de lleno a la tarea de
refundar la sociedad chilena en los términos del capitalismo
monopólico-financiero. A continuación de la drástica reformulación de la
estructura de la formación, entre 1978 y 1982 se desarrolló el proceso de
‘institucionalización’ del Estado contrainsurgente, coincidiendo, de otra
parte, con el remontamiento de la lucha de la Resistencia Popular. Con todo,
las fuerzas reaccionarias logran la remodelación del Estado y en ese marco impulsan
en éste último período las “siete modernizaciones”, afectando las relaciones
laborales; el sistema de salud; la educación; la previsión social; la
organización de la producción agrícola; “modernización” del Estado y la
justicia. La consecución y los efectos de las reformas mencionadas afectan aún
a millones de trabajadores y sus familias, aherrojando sus posibilidades de
verdadera democracia y dignidad, puesto que no puede haberlas en los marcos de
un sistema de explotación y exclusión tan extremos como los que materializan
esas reformas y toda la superestructura levantada entre 1973 y 1990.
La crisis nacional abierta
en 1982 cerró el período dictatorial más cruento y abrió paso a una nueva etapa
de la lucha de clases, de ascenso de las luchas populares. Esta etapa no fue un
proceso continuo y de acumulación de fuerza social antidictatorial siempre
creciente, sino que de curso irregular, siendo los ciclos de las épicas Protestas
Populares su expresión más evidente. No obstante, 1986 marca un nuevo fracaso a
una salida popular a dicha crisis. En esta segunda derrota del movimiento
popular, lo que resultó vencido fue un inmenso y valioso esfuerzo de unidad y
lucha de la clase trabajadora y de capas aliadas, además de sectores de la
pequeña burguesía. Todos estos avanzaron en la conquista de sus derechos
conculcados, a través de diversas formas de organización y lucha, legales,
semilegales e ilegales, aprendiendo a luchar en su propio terreno contra el poder de los aparatos
represivos del Estado.
Hoy, a 40 años del
Golpe y de 23 años de la imposición de la bastarda ‘democracia’ contrainsurgente
(cristalizada luego de la 2ª derrota del movimiento popular, en 1986), es vital
retomar las luchas y el ejemplo tanto de los compañer@s caíd@s el ‘11’, como el
de los que a continuación siguieron valientemente combatiendo a la dictadura.
Resulta vital que tod@s aquellos que luchan por una sociedad mejor para el
pueblo y los trabajadores chilenos, nos coordinemos y movilicemos tras aquellas
demandas históricas que nos lleven a nuestra segunda independencia; esa que
soñaran Allende, Miguel, Víctor y tant@s más. Es hora de ponernos de verdad a construir
el contrapoder de las mayorías, con la voluntad y la disposición real y
consecuente de tod@s; de estrechar y consolidar los lazos y las acciones con
las todas las organizaciones populares de las distintas localidades, comunas, territorios,
provincias y regiones de Chile.
En definitiva, a 40
años del Golpe, el llamado es a retomar el camino de
lucha y consecuencia de l@s que cayeron antes. Nuestro mejor homenaje para
ell@s es recoger sus armas y proseguir su combate hasta la victoria final y por
el Socialismo en Chile, sin transar.
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA
– Chile
Septiembre 11 de 2013
Septiembre 11 de 2013
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