El 6 de diciembre finalizó
una gira por 4 naciones de América Latina el enviado especial del gobierno
sirio Faysal Mekdad. Al partir, afirmó que “La coalición
imperialista-reaccionaria que nos hace la guerra no quiere diálogo”. Los países
visitados también conocen de la intervención del Imperio: Venezuela, Nicaragua,
Ecuador y Cuba, por lo que evidentemente entienden bien lo que sucede hoy en
Siria y han coincidido en su rechazo a la injerencia extranjera, por la solución
negociada de los conflictos, contra el hegemonismo, contra la agresión
imperialista y por la creación de un mundo multipolar.
Con todo, es necesario
afinar la interpretación de lo acaecido en la costa oriental del Mediterráneo,
donde los hechos parecen precipitarse.
Fue de una gran torpeza la
represión gubernamental de las protestas iniciadas en marzo de 2011, las que se
suscitaron por la necesidad de reformas democráticas y por la derogación de la
ley de emergencia instaurada en 1963. El gobierno del partido del socialismo
árabe Baath propuso luego un plan de reformas que se ha tratado de instrumentar
(de hecho, en febrero pasado se aprobó con un 89,4% una nueva constitución), pero
cuya implementación se ve dificultada por la agresión externa, apoyada desde
adentro por una minoritaria reacción, en que se coaligaban el islamismo
ortodoxo, cierta intelectualidad cercana a Europa, grandes banqueros y
comerciantes. No obstante, antes del estallido de marzo se pueden rastrear
variadas campañas desestabilizadoras del gobierno de Assad, sostenidas por fuerzas
imperialistas, las monarquías petroleras y por Israel (ver Ecured).
Si bien la mayoría del
pueblo sirio apoya al gobierno y el plan de reformas, estando en contra de que
se le imponga desde el exterior un gobierno del extremismo musulmán y lacayo de
Occidente, de Turquía y de las monarquías retrógradas del Golfo (acerca de las
cuales, interesadamente, ninguna potencia imperial se ha quejado por la
inexistencia de las más mínimas libertades), no podríamos decir que en su
momento, antes de marzo digamos, existiese una sólida decisión de Assad y el
Baath en avanzar en la instauración de una democracia profunda en el país. Más
bien, era en este sentido hacia donde se orientaban los esfuerzos de la oposición
de izquierda al gobierno, lo que le acarreó varios presos y exiliados (sobre
todo por su resistencia a las reformas pro-capital monopólico transnacional en
2005), pero que no por ello se cuenta ahora entre los conjurados e inclusive se
ha puesto críticamente al lado del gobierno y del conjunto de las fuerzas
nacionales, aquellas que se enfrentan a la intervención y que están por dar una
resolución interna a las problemáticas del país. Cabría destacar que dentro de
la izquierda existe un PC sirio, el que cuenta hasta con un ministro, partido
que apuesta a la capacidad política y militar del gobierno, además del apoyo
popular, para salir airoso de la intrusión de los poderosos conjurados.
Hasta ahora, Rusia y China
han vetado la intervención franca propuesta por EEUU y las potencias europeas,
lo que no impide que estos últimos amigotes sostengan por otros medios la
intrusión. De hecho, si falla la guerra sucia, EEUU ya ha notificado que puede
actuar al margen de la ONU (no sería la 1ª vez). Es dentro de su estrategia de
intervención de baja intensidad que los operadores de la entente consiguieron aglutinar
a varias facciones opositoras en un Consejo Nacional Sirio, al que se da el
título de gobierno de facto. Son las fuerzas militares de este gobierno
fantoche (el ELS), bien apertrechadas por sus mentores, las que lanzaron la 1ª
semana de diciembre una serie de ataques en los alrededores de Damasco,
queriendo dar la imagen de una ‘ofensiva final’. No obstante, sus golpes no han
pasado del efecto mediático, pero con el lamentable saldo de unos 300 civiles
muertos (ver Red Voltaire)
Sólo la decisión del
pueblo sirio podrá decidir la balanza: o a favor de la entente y sus
mercenarios o de las fuerzas anti-imperiales y nacionales. De vencer estas
últimas, se podrán dar los pasos que conduzcan a la democratización efectiva
que la mayoría de Siria anhela.
Equipo Internacional –CAD
09/12/12
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