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viernes, 1 de diciembre de 2017

VICTOR TORO RAMIREZ: DEBEMOS ESFORZARNOS PARA CONSTRUIR LA SOCIEDAD DEL PUEBLO Y DE LA IZQUIERDA


Entrevista concedida por Melinka a un medio de México, hace 40 años, a su paso por aquel país luego de un infierno de 2 años y medio en las mazmorras de la dictadura cívico-militar chilena y de ser expulsado del país el 10 de diciembre de 1976



Víctor Toro Ramírez, del MIR: Los chilenos comienzan a perder el miedo

En Proceso –public. 16/4/77 

— ¡Pueblo, conciencia, fusil, MIR, MIR!

Este grito de guerra, convertido en acción antes y después de Augusto Pinochet —11 de septiembre de 1973—, se escucha cada vez más en el interior de Chile. Y se traduce en muy diversas formas: sabotaje, huelgas de brazos caídos, peticiones obreras, o cortes de energía en sectores de la producción más importante Se trata de acciones de masa de carácter legal y semilegal, pero apoyadas por una dirección clandestina: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Los obreros y campesinos, así como sectores populares de Chile, dice Víctor Toro, miembro del Comité Central del MIR, han comenzado a perder el miedo.

Y después, reconoce: “Si el régimen militar puede mantenerse todavía en el poder, no es porque la dictadura tenga el apoyo popular, sino porque el conjunto de las fuerzas de izquierda, a 4 años de distancia del golpe, no nos hemos esforzado lo suficiente para construir la sociedad del pueblo y de la izquierda”.

Falta, añade, una alternativa popular para que sea adoptada Luego precisa: “La dictadura no caerá por la crisis interburguesa o internacional, sino en la medida en que podamos implementar una táctica política-militar”.

Víctor Toro Ramírez, que acaba de llegar a México, fue detenido el 23 de abril de 1974 por agentes del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea de Chile (SIFA) Fue expulsado del país el 10 de diciembre de 1976 El primero de febrero de este año presentó a la Comisión Ad Hoc sobre Derechos Humanos en Chile, y ante representantes de las Naciones Unidas, en Ginebra, un testimonio sobre la represión en su país y que será publicado en junio Proceso tuvo acceso a ese testimonio y además platicó con Toro Ramírez.

Víctor Toro tiene 33 años Fue dirigente del Movimiento de Pobladores Revolucionarios de la Provincia de Santiago y hasta el 11 de septiembre de 1973 ocupó el cargo de presidente del Frente de Trabajadores Revolucionarios, que eran las organizaciones legales del MIR Es militante de ese partido desde 1965 y a partir de 1969, miembro del Comité Central.

Toro señaló que la actividad clandestina del MIR, como de otros partidos de izquierda, ha permitido la acción legal y semilegal de los obreros, campesinos y colonos Actualmente, afirma, Chile pasa por un periodo de lucha semilegal importante, al comenzar a reestructurarse los sindicatos, las juntas de vecinos, las federaciones, los comedores populares o las confederaciones “Toda la estructura organizada de masas”, dijo.

Luego subrayó: “Todas las actividades legales o semilegales se sostienen por las organizaciones clandestinas, que es donde se gestan las plataformas de luchas de las masas”.

El dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria manifestó que los obreros han perdido el miedo de actuar contra el régimen militar.

Durante la entrevista, Víctor Toro reconoció que la única organización de masas que pudo sobrevivir ante los golpes del régimen de fuerza fue la iglesia.

“Fue la única organización en la que el pueblo pudo ingresar, con todas las implicaciones que esto tiene La iglesia cumplió un papel importante y participamos, nosotros, sin reticencia”, apuntó.

Pero, aclaró que solamente se podía confiar en la base de la iglesia, como son los sacerdotes y obispos, “porque la jerarquía impulsa una alternativa que no es del pueblo ni de la izquierda; es la alternativa de la oposición burguesa, encarnada en el freísmo”.

Víctor Toro subraya que el régimen militar caerá “por la fuerza de la radicalización del movimiento de masas”.

— ¿Aun sin tener armas?

—No es problema fundamental la falta de armamento Se trata de conquistar la fuerza social y política del pueblo Con las huelgas, el sabotaje, los paros, con la fuerza militar que logre desarrollar el movimiento obrero, campesino y popular.

Melinka, al centro, de abrigo largo y oscuro.
A su derecha, el compañero Alejandro Villalobos, Mickey
Para el dirigente mirista, el momento actual en Chile es favorable para la unión de los partidos de izquierda, luego de que los primeros años de “contrarrevolución” hubo bajas muy importantes El MIR ha hecho contacto con la izquierda cristiana, el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), el Partido Socialista y ha hecho intentos de restablecer relaciones con el Partido Comunista y los sectores democráticos de la Democracia Cristiana, en la clandestinidad, para conformar una alternativa al régimen militar y a la burguesía.

Se trata de unir, dijo, a todo el movimiento obrero y a todas las fuerzas de izquierda “Cada una de las organizaciones del pueblo son un pilar fundamental para esa unión, pero hasta el momento, subrayó, no ha bastado para formar una alternativa importante contra el régimen”.

En relación con la represión, Víctor Toro señaló que a la Junta Militar le interesa que el desprestigio internacional sea compartido con otras naciones como Brasil, con el cual mantiene buenas relaciones Pinochet está coordinando, con todos los órganos de represión de Chile y otras naciones del Cono Sur, “una internacional de la represión”.

Denunció que a través de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Pinochet pretende infiltrar agentes en organismos internacionales como la OEA, OIT, ONU, partidos políticos y organizaciones que apoyan al pueblo chileno.

El 21 de junio de 1976, dijo, en el centro de torturas de Villa Grimaldi, en la capital chilena, se definió la “nueva política exterior” de la DINA. Asistieron el coronel Marcelo Moren Brito, entonces jefe de Villa Grimaldi, el capitán Francisco Ferrer Lima, el general Luis Ramírez, encargado de la DINA en el exterior, el exsenador Sergio Díez, delegado de la Junta Militar en la ONU, el coronel Julio Tapia Falk, abogado en el Ministerio de Relaciones Exteriores, María Eugenia Oyarzún, embajadora de Pinochet ante la OEA y Pablo Rodríguez, del Ministerio del Interior y antiguo dirigente del movimiento fascista Patria y Libertad.

En esa reunión, cuenta el dirigente del MIR, se definió la política que adoptaría la DINA y que llevó al “encuentro de organizaciones terroristas y anticomunistas” que se llevó a cabo en forma clandestina y paralela a los trabajos de la Asamblea de la OEA.

Víctor Toro dijo que participaron organizaciones fascistas de Suecia, Bélgica, Francia, Inglaterra, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Rodhesia, Venezuela, Italia, España, entre otras naciones El encuentro fue presidido por el general Edgar Ceballos, señalado por el dirigente del MIR como “el más importante agente chileno de la CIA”.

En la reunión se acordó impulsar, desde fines de 1976 y durante 1977, los siguientes planes: “Tierra Santa”, “Washington”, “Mar y Agua” (Perú y Bolivia); asimismo, se decidió la instalación de tres cuarteles generales en América Latina, uno de ellos en Chile Habrían de ser instalados también tres cuarteles generales en Bélgica, Francia y España, con subsedes en Suecia, Italia, Rodhesia, Noruega y Alemania Federal Un séptimo cuartel se instalaría en Estados Unidos.

“La DINA ya comenzó a operar según los planes, como lo prueba el asesinato de Orlando Letelier y la campaña terrorista desatada por los grupos anticubanos encabezados por Orlando Bosch en América Central y el Caribe”, afirmó Toro Ramírez.

Los informes recabados por Víctor Toro se enriquecieron a lo largo de casi tres años de prisión “Los prisioneros políticos nos transformamos, en el fondo de las prisiones, en los más implacables investigadores de los crímenes de la Junta Militar, gracias a los informes de decenas de compañeros que, como yo, hemos sido testigos de su brutalidad sin límites”, dijo.

Cuenta que la Junta Militar “libera” con gran despliegue de publicidad a los presos políticos, pero los vuelve a detener cinco minutos después, o los que llegan a sus casas, son constantemente amenazados por agentes de la DINA, obligándolos a abandonar el país.

Hay más de 2,800 personas desaparecidas y la Junta Militar no quiere reconocer que están detenidas A 1,200 de ellas se les ha comprobado su detención en Chile, con testigos y recursos de amparo presentados en los juzgados correspondientes y algunos aceptados por la propia Corte Suprema Otros 1,100 casos de desaparecidos se denunciaron desde el 11 de septiembre de 1973.

La Vicaría de la Solidaridad, explica el dirigente chileno, solicitó a la Corte Suprema de Justicia que designe un ministro en visita que estudie la situación de más de 400 personas desaparecidas Dos peticiones similares, en agosto y octubre de 1976, fueron denegadas Una nueva solicitud ingresó el 25 de diciembre del año pasado.

El organismo eclesiástico ha insistido en el esclarecimiento de la situación de 11 personas que, según los tribunales chilenos, no estaban desaparecidas, puesto que se encontraban detenidas en virtud del estado de sitio: Gonzalo Moreira Salazar, Miguel Montecinos Jeffs, Walter Tornarelli Jerez, Nieves Pizarro del Río, Rosa Amelia Camacho Parra, Patricio Stuardo Solís, Jaime Luis Silva Barrera, Luis Humberto Bernal Venegas, Carlos Alejandro Cerda López, Eduardo Riffo Zamorano y María Osses.

Víctor Toro, prisionero de la Junta Militar casi tres años relató que el campo de concentración de Chacabuco, en el desierto del norte chileno, fue cerrado temporalmente a fines de 1974, transformado posteriormente en base militar y readecuado por la DINA, para volver a abrir sus puertas en 1976, sólo que sus prisioneros ya no son obreros, ni estudiantes o campesinos, sino miembros de las fuerzas armadas, o disidentes del régimen que critican la situación económica.


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