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jueves, 29 de septiembre de 2016

RUSIA-EEUU: EL FILO DE LA NAVAJA


Posiblemente uno de los personajes más siniestros del gabinete Obama es la embajadora en las NNUU, Samantha Power. Neoconservadora en un gabinete supuestamente demócrata. Compró el cargo con su contribución económica a la campaña de Obama

En El Viejo Topo –public. 27/9/16

Se la considera adalid del intervencionismo militar de su país, supuestamente en defensa de los DDHH, aunque haya que liberar a los pueblos a golpes de napalm y bombas de racimo. Su visión es simplista; la describe en su libro Problema infernal: Estados unidos en la era del genocidio. El núcleo de su pensamiento se construye bajo el principio de que los países poderosos tienen el deber de intervenir militarmente cuando sea preciso para detener a “dictadores” que cometen crímenes contra la humanidad. En este sentido coincide plenamente con el principio estadounidense en política exterior denominado: “Responsabilidad de Proteger”. Evidentemente EE.UU. se reserva el derecho de decidir quién es o no dictador y quién es susceptible o no de ser “intervenido”.

Samantha Power se ha convertido en pieza clave en la administración Obama. Representa la esencia misma de ese gobierno que intuye el fin del unilateralismo político y su propia decadencia. Obama y sus adláteres han hecho de la mentira, la falsificación y el intervencionismo político y militar, la piedra angular de la política exterior. Los DDHH sólo son un adorno invocado cuando conviene. Se anuncian para justificar la destrucción de Libia y destruir el país, se obvian cuando Arabia Saudita cerca por hambre a 21 millones de personas en el Yemen. Se invocan principios democráticos en Ucrania, mientras se apoya a las dictaduras de Bahréin o Qatar (aliados de EE.UU. en la zona y grandes compradores de armas) cuando masacran a la oposición democrática. 

En el verano de 2014, la diplomática estadounidense no tuvo ningún problema en defender enérgicamente el ataque militar de Israel contra Gaza que mató a más de 2.100 personas e hirió a más de 11.000 en 51 días. Los neoconservadores que infestan Washington, aunque bajo el paraguas del gobierno “demócrata”, no “lamentan la pérdida de vidas”; los civiles son considerados objetivos legítimos.
Samantha Power

No solo son los neoconservadores norteamericanos; en el resto de países occidentales nadie parece ser capaz de darse cuenta de la gravedad del momento. En Gran Bretaña, una comisión de la Cámara de los Comunes hizo público un documento, guardado en un cajón durante cinco años, que criticaba a David Cameron por la intervención militar de 2011. No se cuestionaba al ex-premier inglés por la agresión que destruyó un país soberano, sino por haber emprendido esa guerra sin la «información adecuada» y sin plan de «reconstrucción». Hollande se apresura a vender nuevas y más sofisticadas armas antiaéreas, capaces de hacer frente a los cazas rusos, a los grupos terroristas. El gobierno del PP apoyaba en Madrid y Córdoba las reuniones de los grupos opositores al gobierno sirio hace dos años. Ahora el gobierno español, a pesar de estar en funciones, envía más tropas españolas a Iraq (¿qué estamos haciendo allá?), cede la soberanía nacional a las fuerzas navales de EEUU e incrementa el presupuesto de defensa. Hasta el 31 de julio se ha consumido más del 80% del presupuesto militar, se ha introducido una modificación en el presupuesto de 1.162 millones, sin contabilizar otros 852 millones que se aprobarán como presupuesto extraordinario de verano. El comisionista y ministro de Defensa Pedro Morenés puede estar de enhorabuena, las empresas de armamento a las que representa tendrán a fin de ejercicio unos magníficos balances.

En el contexto de ese intervencionismo militante que defiende Obama se produce lo que Samantha Power definió como mero “incidente”. El sábado 18 de septiembre, cuatro aviones norteamericanos realizan cuatro pasadas de bombardeo sobre una colina estratégica en la ciudad de Deir al-Zur (más de 60 muertos, entre ellos oficiales rusos). La ciudad era objetivo terrorista desde hacía más de tres años, cuando se produjo el cerco a esta población conocida en Siria como la “Stalingrado del Éufrates”. Los grupos terroristas, en retroceso en todos los frentes, necesitaban una bocanada de aire, un respiro, una acción de apoyo inequívoca de su máximo valedor. El ataque estuvo coordinado con el asalto de los grupos terroristas que ocuparon la colina bombardeada, aunque tuvieron que abandonarla posteriormente. Estamos pues ante un acto de agresión contra un país independiente y un gobierno legítimo reconocido en la ONU. Cogida en falso, Samantha Power declaró: “Estamos investigando el incidente” (las docenas de muertos son meros incidentes). Es bien sabido que cuando Estados Unidos investiga sus propios crímenes se limita a echar una paletada de cal.

El ataque tuvo una repercusión inmediata. Primero, porque se había realizado en medio de una tregua firmada por Kerry y Lavroz. Segundo, porque demostraba la coordinación entre las fuerzas aéreas de los EEUU y los propios grupos terroristas que actuaban desde el suelo. La fuerza aérea del ISIS era en realidad la aviación norteamericana. Rusia convocó al Consejo de seguridad de la ONU provocando una guerra de palabras entre diplomáticos rusos y norteamericanos. La terrorista humanitaria Samantha Power llegó a afirmar que Rusia se estaba abochornando a sí misma por cuestionar la prerrogativa de EEUU para bombardear en cualquier momento y en cualquier parte del mundo.

El enfrentamiento dialéctico ha alcanzado cotas de extrema gravedad. El embajador de Rusia ante la ONU, Vitaly Churkin, salió de la reunión declarando: “Nunca había visto tanta torpeza estadounidense”. La portavoz rusa, Maria Zakharova, llegó a afirmar públicamente que los Estados Unidos podrían ser cómplices de este ataque. “Estamos llegando a una conclusión muy aterradora para el mundo entero: que la Casa Blanca está defendiendo el Estado islámico”. Llegó a afirmar: “Estimada Samantha Power, con el fin de conocer el significado de la palabra ‘vergüenza’, me animo a viajar a Siria y hablar con la gente de allí por sí mismo. Y no me refiero a los militantes del Frente Al-Nusra, ni la oposición moderada, cuya situación humanitaria parece preocupar tanto a Washington… Me refiero a las personas reales que siguen viviendo allí a pesar del experimento sangriento que se ha librado en su tierra natal hace más de seis años, con la participación activa de Washington”.

La respuesta rusa al margen de la diplomacia vino por la vía de los hechos. El día 21, navíos rusos apostados en la costa mediterránea lanzaron tres misiles de crucero contra un centro de guía y control del ISIS muy protegido en el norte de Alepo. Se ha confirmado, extraoficialmente, la muerte de más de 30 altos oficiales de diversas nacionalidades entre ellos norteamericanos, israelíes, ingleses y saudíes. No se ha obtenido la confirmación oficial porque eso implicaría el reconocimiento del apoyo occidental a los grupos terroristas y la necesidad de una respuesta norteamericana contra Rusia. En paralelo, la fuerza naval rusa con su único portaaviones al frente se dirige al teatro de operaciones en el Mediterráneo para proporcionar fuego de cobertura y mayor capacidad de ataque a las tropas sirias. Por otra parte, los acuerdos firmados con China (a comienzos de septiembre) tras la entrevista del almirante Guan Yufei, jefe del nuevo Departamento de Cooperación Militar Internacional de las fuerzas armadas chinas con las autoridades sirias, traen como consecuencia una mayor intervención militar del país asiático en la escena internacional. Los acuerdos de ayuda financiera y militar implican la creación de una base naval para la flota china en el Mediterráneo Oriental. El escenario internacional es, en este momento, extraordinariamente dinámico y complejo. No hace mucho el antiguo ministro del gobierno libanés Wahim Wahab informaba que fue Rusia quién alertó a Erdogan de la proximidad del Golpe de estado y que incluso el primer ministro turco se refugió en la base aérea de Hmeymin ¡¡¡en territorio sirio!!! Las posiciones de EEUU en Oriente Medio están en cuestión. Pierde aliados y capacidad de incidencia, su posición errática, sin perspectiva ni proyecto de futuro para la región más allá de la “destrucción creativa”, muestra su enorme debilidad y al mismo tiempo incrementa la posibilidad de una confrontación directa con sus adversarios, en especial Rusia y China.

La posición rusa demuestra que Washington se ve obligada a apoyar más y más a los grupos terroristas en la medida en que ve cómo pierde la guerra. Las dos potencias, y en especial EEUU, continúan pulgada a pulgada ganando terreno a la confrontación directa. Es hora de que el imperialismo americano llegue a su fin, que abandone su cruzada en post del dominio mundial por el bien de los propios Estados Unidos y por toda la humanidad.

Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Septiembre 29 de 2016

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