43191D

lunes, 4 de abril de 2016

ALGUNOS MILLONARIOS CHILENOS Y LOS PAPELES DE PANAMA

Alfredo Ovalle, el ex mandamás de la poderosa CPC
Este domingo se supo algo que no debiera ser novedad: los más ricos del mundo ponen sus platas en ‘paraísos fiscales’, tanto para no declarar su origen –la mayor parte de las veces ilegal- como para evitar el pago de impuestos. Cómo no, varios acaudalados chilenos figuran en el voluminoso listado: Agustín Edwards, Alfredo Ovalle, Hernán Büchi, Iván Zamorano, los dueños de Ripley y el BCI. ¡Hasta el presidente de Chile Transparente!

Todo empezó con una filtración al Süddeutsche Zeitung. Pero no era una filtración cualquiera. Eran más de 11,5 millones de documentos, más de 2,6 terabytes, un volumen 46 veces mayor que el de Wikileaks que acabó en manos de los periodistas Bastian Obermayer y Frederik Obermaier. El periódico alemán compartió toda la información con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICJC) que ha estado un año analizando, investigando y contrastando los papeles.

Más de 100 medios de 78 países participaron en la indagación. Hasta 378 periodistas de todo el mundo han colaborado para estudiar hasta el último detalle de la información del bufete panameño Mossack-Fonseca que ha dado lugar a lo que se conoce como ‘los papeles de Panamá ’. La mayor cooperación internacional de periodista jamás que ha incluido a medios de comunicación como la BBC, Le Monde, The Guardian, Univisión, ABC (EE.UU.), La Nación, Miami Herald, Expresso, Le Soir o La Sexta.

El objetivo era desentrañar cómo funcionan los paraísos fiscales y cómo se mueve de forma opaca grandes cantidades de dinero en todo el mundo. Los datos filtrados cubren el periodo comprendido entre 1977 y finales de 2015. Pero, ¿de dónde salieron los documentos?


Marcos García Rey, miembro del ICJC, ha asegurado en una entrevista al canal 3/24 que los documentos no se consiguieron a través de un ataque informático. “Nuestra deontología nos impediría hacer ningún crackeo de un bufete de abogados, de ninguna empresa ni de ningún gobierno. La información llegó hace un año a través de una filtración al Süddeutsche Zeitung, ha asegurado.

“Nosotros no estamos desvelando quién son nuestras fuentes justamente para protegerlas. Hay gente que se juega la vida para obtener esta información”, explicaba la también periodista del ICJC Mar Cabra en La Sexta. “Una parte muy pequeña de esta información ha sido obtenida por las agencias tributarias de países como Alemania, Estados Unidos, Holanda, Islandia, Canadá, Reino Unido. ¿Por qué? Porque han podido pagar por la información”, añadía.

El bufete Mossack-Fonseca, en una carta que envió a sus clientes cuando descubrió que la información iba a ser divulgada a nivel mundial este domingo, insiste sin embargo a que la filtración se debió a “una intromisión no autorizada” en su servidor de correo electrónico.

“Les dirigimos la presente para informarles que estamos en medio de un proceso de investigación exhaustiva con expertos que nos confirman que hemos sido objeto de una intromisión no autorizada a nuestro servidor de correo electrónico. En este momento, estamos trabajando con la asistencia de consultores externos para determinar en qué medida ha sido accedido nuestro sistema por parte de personas no autorizadas, qué información específica obtuvieron y el número de personas afectadas”, escribe Carlos Sousa-Lennox, director de Mercadeo y Ventas de la empresa panameña.

El directivo del bufete panameño explica que su compañía utiliza “niveles múltiples de seguridad electrónica” y limita “el acceso a los archivos a un reducido número de personas con el fin de prevenir vulneraciones”.

“Hubo un acceso no autorizado a nuestro servidor de correo electrónico por medio del cual cierta información fue recopilada por terceros externos. La identidad de ciertos individuos e información sobre ciertos aspectos de sus asuntos pueden haber sido expuestos como resultado de este acceso no autorizado. No conocemos aún la identidad o la motivación de las personas que han cometido este acto”, añade Sousa-Lennox.

Mossack-Fonseca ha contratado a un “consultor externo para determinar todo el alcance del acceso no autorizado” y acusa a los medios de comunicación de utilizar esa información “fuera de contexto y haciendo falsas suposiciones” respecto a la naturaleza de sus servicios.

The Panama Papers y los Millonarios Chilenos

Hernán Büchi, ex ministro del chacal Pinochet
Fue CIPER el medio chileno que trabajó junto a otros 109, liderados por ICIJ, en esta investigación que devela negocios secretos de más de cien líderes mundiales y políticos, además de monarcas, futbolistas, dirigentes de la FIFA y traficantes de drogas y armas.

El ahora famoso Mossack Fonseca también tiene un capítulo chileno. Aunque formalmente abrió oficinas en nuestro país en diciembre de 2012, de la mano del abogado Juan Cristóbal Recart Salas, sus vínculos con Chile son de larga data y abundantes. Hasta ahora CIPER ha identificado que desde fines de los ‘70 a la fecha, la firma panameña ha sido vehículo para la creación de cerca de 200 entidades offshore vinculadas a chilenos o a extranjeros con inversiones en Chile, en jurisdicciones como Panamá, Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Seychelles y Nevada (USA).

En algunos casos son sociedades instrumentales con un directorio de pantalla, conformado por ejecutivos de la misma firma Mossack Fonseca o testaferros. Valiéndose del secreto bancario y la opacidad que impera en esos territorios, uno de los propósitos de estas estructuras de papel es resguardar la identidad de los reales propietarios de los dineros que administran.

Los registros que investigó CIPER y más de un centenar de medios de 76 países, corresponden a 11,5 millones de archivos secretos de Mossack Fonseca que abarcan desde 1977 a 2015. Los documentos fueron filtrados por una fuente anónima al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, el que los compartió con ICIJ que organizó el trabajo colaborativo de investigación internacional.

Los más de 11 millones de archivos de Mossfon –que contienen certificados, pasaportes, actas de directorio, documentos legales y correos electrónicos, entre otros- permiten penetrar los esquemas de ingeniería tributaria que ofrece la compañía. Y, en muchos casos, esos registros proporcionan la llave para develar el secreto mejor guardado de esas sociedades: la identidad oculta de sus beneficiarios finales.

La investigación realizada por 376 periodistas de todo el mundo –entre ellos el equipo de CIPER- ilumina el oscuro y gigantesco subsuelo del mundo financiero internacional. Según cálculos conservadores del economista francés Gabriel Zucman (autor del libro “La riqueza escondida de las naciones: cómo funcionan los paraísos fiscales y qué hacer con ellos”), en los paraísos fiscales están alojados bajo secreto –y en ocasiones de manera ilícita–, cerca de 5,8 billones de euros, lo que representa el 8% del patrimonio financiero mundial.

En Chile no se sabe con certeza el total de capitales invertidos en paraísos fiscales. La única aproximación posible es a partir de las declaraciones realizadas por contribuyentes chilenos con dineros alojados en esas jurisdicciones. En 2015, según información entregada por el Servicio de Impuestos Internos (SII) a CIPER, existían US$11.200 millones, declarados por 408 contribuyentes con inversiones en Panamá, Islas Caimán e Islas Vírgenes Británicas. La cifra equivale al total de los préstamos que hizo en el mismo año el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en toda América Latina y el Caribe.

Entre los beneficiarios chilenos de las sociedades offshore creadas por Mossack Fonseca aún activas, figuran el ex presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), y socio del ex jefe financiero de la DINA, el abogado Alfredo Ovalle Rodríguez; el empresario Isidoro Quiroga Moreno,quien ha hecho millonarios negocios con la venta de derechos de agua entregados por el Estado (ver reportaje de CIPER); el dueño de la empresa El Mercurio S.A.P., Agustín Edwards Eastman; el ex ministro de Hacienda, candidato presidencial y hasta hace poco director de Soquimich, Hernán Büchi Buc; la familia Calderón Volochinsky, controladora de la empresa de retail Ripley; y los empresarios de las apuestas y juegos de azar, Luis y Lientur Fuentealba Meier, entre otros.    

Mención aparte merecen los abogados que aparecen en estos registros actuando como intermediarios entre los propietarios reales de esas sociedades y el polémico bufete panameño. Allí se encuentra el presidente de Chile Transparente (capítulo chileno de Transparencia Internacional), Gonzalo Delaveau Swett, quien ha gestionado a través de Mossack Fonseca la administración de una serie de sociedades offshore con domicilio en Bahamas, desde  las que se controla un millonario proyecto minero e hidroeléctrico en la V Región.

Agustín Edwards no es el único empresario chileno con vínculos con Mossack Fonseca. Los registros secretos del bufete panameño muestran cómo el ex presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Alfredo Ovalle Rodríguez, montó una compleja estructura offshore en Panamá para administrar los capitales que generan sus inversiones en Chile, principalmente las relacionadas al grupo minero Las Cenizas.

En 1976 Ovalle, junto a su socio Raimundo Langlois Vicuña (ambos abogados), crearon la primera de una serie de empresas con el jefe del Departamento Financiero de la DINA, Humberto Olavarría Aranguren, ex oficial de Armada y amigo de Manuel Contreras. Algunas de esas sociedades fueron constituidas cuando Olavarría controlaba el aparato financiero de la policía secreta del régimen de Pinochet. Ovalle fue también el nexo entre Olavarría y el ex presidente panameño entre 1990 y 1994, Guillermo Endara Gallimany, a quien había conocido en Nueva York en la década de los ‘60. El mismo año en que Ovalle y Olavarría pusieron en marcha su primer emprendimiento, Endara constituyó varias sociedades pantalla para la DINA en Panamá destinadas a financiar nada menos que la Operación Cóndor (ver reportaje de CIPER).   

Mossack Fonseca fue el vehículo con el que Ovalle creó en 1987 la sociedad Sierra Leona, con domicilio en Panamá. Parte de las acciones de esa sociedad se emitieron al portador y otro tanto a nombre de otras dos compañías también registradas en ese país: Thames Global Corporation y Blue Hill Group Incorporated.

Sierra Leona es a su vez propietaria o tiene participación en una serie de empresas mineras, agrícolas y de inversiones en Chile de las que Ovalle es dueño.  En octubre de 2008 todas las acciones de Sierra Leona fueron traspasadas a una nueva estructura creada en Panamá por el ex timonel de la CPC: la Fundación Bello Amanecer. En palabras de la propia firma Mossack Fonseca, una fundación offshore ofrece la posibilidad de mantener con mayor resguardo “la confidencialidad respecto del propietario de los capitales, incluso una vez disuelta”, “puede funcionar como un holding” y “como vehículo para recaudar royalties y otro tipo de retornos”, entre otros beneficios.

Alfredo Ovalle ha tomado todas las precauciones para mantener su identidad lo más desconectada de las entidades offshore que controla. La administración de Sierra Leona está en manos de un “directorio pantalla” conformado por ejecutivos de la propia Mossack Fonseca. Los mismos nombres se repiten una y otra vez en los directorios de cientos de sociedades creadas por el bufete panameño en distintos paraísos fiscales. Este directorio ficticio, con poderes para representar a la sociedad, recibe instrucciones de manera remota (por email) para formalizar en actas las decisiones que se toman en Chile respecto de reestructuraciones, aumentos de capital, apertura de cuentas bancarias y otras operaciones financieras.

Sierra Leona ha abierto cuentas corrientes con distintos bancos, como el HSBC, Credit Suisse y Multibank, domiciliados en Panamá. En los papeles de Mossack Fonseca no existen registros que permitan cuantificar el monto de los capitales que Ovalle maneja en ese país, aunque un correo electrónico de octubre de 2012 ofrece una aproximación.

La investigación sobre los Papeles de Panamá sigue y seguirá por largo rato. Por ahora, sólo conocemos la punta del iceberg, pero es suficiente para refrendar que los buitres internos del capital financiero hace rato que ponen a resguardo, fuera del país, divisas mal habidas, impidiendo con ello un desarrollo decente para millones de chilen@s.

¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!

Colectivo Acción Directa CAD – Chile

Abril 4 de 2016

No hay comentarios :

Publicar un comentario