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domingo, 8 de marzo de 2015

EL CAPITALISMO NO LIBERA A LA MUJER, LA RECLUTA PARA EL TRABAJO


“El capitalismo no libera a la mujer, la recluta para el trabajo, sostiene feminista”


Por Blanca Juárez, La Jornada[1] –México, DF
08/03/15

El feminismo apostó por la emancipación de la mujer a través del empleo, pues la autonomía financiera “te sacaba del único lugar donde podías construir tu vida”. Pero esa independencia también tiene límites, porque ¿de qué trabajo hablamos? ¿De uno sometido a la lógica capitalista que no garantiza salir de la pobreza y que pierde cada vez más derechos, obtienes uno pero si quedas embarazada te despiden y no tienes nada?


¿Es eso liberador? Cuestiona Amaia Pérez Orozco, economista y feminista española. “La vida que merece ser vivida” está en otro sitio, afirma, y no dentro del actual sistema socioeconómico en el que es “imposible” que todas las mujeres avancen “porque se necesitarán otras que cubran los trabajos ocultos e invisibles que sus pares hacían”.

La doctora en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y autora de  Perspectivas Feministas en torno a la Economía: el caso de los cuidados (Akal Ediciones) y Subversión feminista de la economía (Traficante de Sueños) habló, durante su visita a México, sobre la reforma laboral, los trabajos no remunerados, los efectos de la crisis económica en este sector de la población y del ciclo laboral de las mujeres, el cual “responde más a las necesidades de la vida”.

Pérez Orozco señala que en el caso de España el trabajo asalariado otorgó incluso reconocimiento social, muchas “pudieron tener otro tipo de vida, separarse si querían”. Sin embargo, para que algunas lograrán ingresar al mercado laboral otras han cubierto el hueco que dejaron en el hogar. Así, transfirieron las tareas de cuidado a las abuelas, a trabajadoras más pobres o a migrantes. “Y otras simplemente se vuelven locas haciendo ambos trabajos”.

Las tareas del hogar, aquellas que se realizan día a día y por las que rara vez alguien se pregunta quién y cómo lo hace, han sido designadas “históricamente” a las mujeres, recapitula Amaia. Se trata de trabajos “ocultos”, cuyo rol es tan simple y complejo como sostener la vida. Y si se necesita otra explicación ahí va: “si no hay vida, tampoco hay capitalismo”.

Para Amaia --quien estuvo en México para participar en un ciclo de conferencias organizadas por la Universidad Nacional Autónoma de México-- tales labores no se pueden valorar sin destruir el sistema capitalista heteropatriarcal. Al tiempo que hay que cambiar las políticas públicas es fundamental redistribuir esos quehaceres y “que los hombres los asuman de verdad”. Su mensaje también va para “los de izquierda, anticapitalistas, que tampoco quieren perder privilegios”.

Sobre el trabajo doméstico hay debates dentro de los pensamientos feministas. Por ejemplo, la italiana Silvia Federici reclama, desde los años 60, un salario para esa actividad. Orozco, por su parte, lo considera inviable puesto que “el sistema capitalista heteropatriarcal necesita que esas faenas permanezcan ocultas”.

Sin embargo, subraya que dicha propuesta hace un cuestionamiento claro al capitalismo, en tanto que plantea dejar de hacer los trabajos del hogar “por amor”. Mientras que los varones obtienen reconocimiento social en relación al dinero que ganan por su trabajo, con las mujeres ocurre que “si lo hacen por amor son mejores mujeres, esposas y madres que si lo realizan por dinero”.


En cuanto al “mercado laboral formal” la especialista en género señala otras tantas diferencias. Las mujeres responden, dice, a las necesidades de la vida. Es decir, dejan de trabajar si tienen pequeños y no pueden o no quieren pagar una guardería, o si tienen un familiar enfermo.

“Nuestra vida económica es mucho más flexible y móvil, combinando trabajos pagados y no pagados, a tiempo completo o parcial, formales o informales, dependiendo de las necesidades vitales propias y del conjunto del hogar.” Esto, en el mundo en el que vivimos,  tiene un costo: “él triunfó y tú no, tú te quedas sin derecho a pensión o con una mucho más bajita, o ya no te puedes reincorporar al mercado laboral”.

Con la aprobación de la reforma laboral en México el impacto en términos de desigualdad de género ha sido muy negativo, asegura. “Hicieron unas pequeñitas mejoras, como el permiso de paternidad –que en los hechos no siempre se cumple--. Sin embargo eso no compensa la precarización para las mujeres, quienes son las primeras expulsadas del mercado laboral”.

Y si es difícil “gestionar la vida diaria cuando tienes un salario estable y horarios conocidos, lo es mucho más cuando pierdes el empleo, y quienes se encargar de hacer dichas diligencias son las mujeres”.

Otro de los problemas para las mujeres en el mundo laboral es el llamado “techo de cristal donde mejoras en el empleo, pero hasta cierto punto porque luego te topas con una barrera visible y no pasas”. Pero para Amaia la gran dificultad es “el piso de cemento, pues no es tanto que no asciendan, es que simplemente no pueden despegar de los empleos más precarios, pobres y menos valorados”.

En cuanto a la crisis económica y financiera y su impacto en las mujeres, explica que en América Latina, tras la imposición de medidas de ajuste estructural, es en los hogares donde se intenta garantizar las condiciones de vida lo más dignas posible, en un contexto cada vez más difícil. Y dentro de los hogares son las mujeres quienes han tenido que desplegar estrategias de supervivencia.

Despojadas de empleo, las mujeres “venden algunos productos, ni siquiera en un puesto de venta ambulante, o hacen varios trabajos para conseguir algo de dinero”. Por otro lado, dedican mucho más tiempo a buscar artículos baratos, o si alguien enferma lo cuidan en casa y no en algún servicio médico.

Todas necesitamos dinero para sobrevivir, enfatiza, pero “el empleo en sí no es liberador, es un medio para conseguir autonomía, derechos sociales, una identidad que nos satisfaga, pero nunca puede ser el fin”.

Amaia Orozco introdujo el concepto “la vida que merece ser vivida”. Parte de que “vivimos en un sistema civilizatorio que no sólo es capitalista, sino heteropatriarcal, racista, colonialista y depredador con el medio ambiente, y por ello debemos construir otro que ponga como centro la existencia humana y la del planeta.

“Debería darnos miedo el sistema de muerte que tenemos hoy,  y que en el caso de México se ve clarísimo. En otros sitios está un poquito maquillado, pero aquí es clarísimo”.

Para esto es importante “no creer que una sola posición política tiene la verdad. Construir una utopía compartida del mundo al que queremos caminar. Necesitamos una utopía porque el mundo que tenemos está en crisis y tenemos que decidir cuál es el mejor lugar y no ir hacia un desastre”.


Equipo Internacional –CAD CHILE
Marzo 8 de 2015


¡FELICIDADES Y ABRAZOS A LAS MUJERES LUCHADORAS EN SU DÍA!

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