43191D

martes, 17 de marzo de 2015

ARGENTINA, BRASIL Y CHILE, CUANDO LUCHAR CONTRA EL GOBIERNO NO SIGNIFICA SER DE DERECHA


Luego que cientos de miles de personas (quizá 1,5 millones[1]) salieran a protestar en 84 ciudades de Brasil durante la jornada de éste domingo 15, debido a la situación de corrupción y estafa generalizada propiciada por los de ‘arriba’, resulta decidor que alguna prensa anote como titular que “La derecha brasileña salió a la calle[2]”. Y nos referimos al diario argentino Página 12.


Surgen variadas dudas al respecto. Por ejemplo, ¿habrán sido todos esos manifestantes de derecha? ¿Estarán todos motivados a movilizarse por las demandas enarboladas por los partidos y grupos de derecha? ¿Defenderán todos ellos, “ideas de corte liberal, como una menor intervención estatal en la economía”, como se afirma en aquel diario? Etc.

Luego, en el texto de marras, se consignan los slogan contenidos en variados lienzos y carteles, los cuales iban desde un legítimo, "¡Fuera corruPTos del gobierno!", a un deleznable, "Dictadura militar, nuestra última esperanza". Pero en este caso, aunque la misma crónica se resiste a reconocerlo, obviamente que dichos enunciados no eran todos del mismo tenor. Si bien se registra allí que las proclamas que reclaman una dictadura provenían de “pequeños grupos”, deja la idea que ello ocurría en todas las marchas a través de Brasil, pero no se aclara que estas expresiones se concentraron casi exclusivamente en la más acomodada (relativamente) Sao Paulo[3], el principal centro del capital financiero brasileño y transnacional[4]
  
Bueno, ese medio, Página 12, es un reconocido diario afecto al justicialismo (peronismo) kirchnerista,[5] lo que le lleva incluso a la autocensura[6]. De ello, creemos, podemos extraer variadas conclusiones y que van enlazadas con nuestro anterior análisis sobre la situación político-social y económica en Brasil[7], pero que pretendemos ahora extender a las tres naciones relativamente más desarrolladas, en términos capitalistas, de Sudamérica: Argentina, Brasil y Chile, el ABC.

Digamos, antes de seguir, que al día siguiente el referido medio argentino cambio el tono anterior y tituló[8], más conciliador, que: “Dilma llamó al diálogo”.  Y lo que puede explicar dicho giro puede ser que el mismo gobierno brasileño[9] reconoció que la movilización fue gigantesca y señal muy clara de un cuadro político-social adverso.  

Los tres ABC tienen mucho en común. En los tres se vivieron dictaduras cívico-militares, iniciándose su imposición en 1964, en Brasil, y culminando su vida útil en 1990, en Chile. En los tres se produjeron cambios sociales, políticos, económicos y culturales que transformaron profundamente las formaciones; en el fondo, en todas ellas se produjeron refundaciones capitalistas. En los tres gobiernan coaliciones que juran hasta la saciedad ser representantes del progresismo y del cambio social, pero basados en el respeto, tanto de la estabilidad del régimen político, como de las bases del sistema económico implantado durante los períodos dictatoriales. Los tres tienen a mujeres como presidenta y las tres están ligadas a la izquierda o al progresismo, e inclusive las de B y C estuvieron detenidas por las respectivas dictaduras; las tres han sido reelectas; las tres y sus coaliciones están inmersas en asuntos de corrupción; las tres le han sacado el cuerpo a la problemática de los DDHH heredada de las dictaduras cívico-militares. 

En el ABC, en rigor, gobiernan sectores que surgieron al finalizar las dictaduras cívico-militares (PT) o que se agiornaron para desempeñar el ejecutivo en las nuevas formaciones refundadas (Nueva Mayoría –NM, en Chile y el Peronismo kirchnerista –ex ‘combativo’, en A). En todas esas alianzas gobiernistas pululan múltiples apostatas de pasados ligados a la causa popular más consecuente; o sea ex: socialistas, comunistas, guerrilleros, trotskistas, radicales, etc.
Seamos claros, las coaliciones gobiernistas en el ABC tienen, como punto nodal común, una muy clara función: mantener y reproducir el sistema de dominación y explotación que impusieran los grandes capitales financieros de las tres formaciones, lo que lograran merced a la ignominiosa labor de las dictaduras militares, las cuales se encargaron de hacer trizas toda la organización popular construida tras décadas de lucha social y despedazaron a la izquierda revolucionaria. Además, cabe agregar que otro funesto logro de la acción sistemática de la columna vertebral del Estado burgués, lo que en realidad son las fuerzas armadas y policiales, fue domeñar y exaltar a una camada de renovados ‘ex’ que, asociados a los partidos del reformismo burgués tradicional, se encargaron muy bien de dirigir los gobiernos de las nuevas pseudodemocracias de baja intensidad postdictatoriales.

Las coaliciones mantenedoras del sistema de dominación en los ABC nos dirán y volverán a decir que están interesadas en mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías: en A[10], en B[11] y en C[12]; son los adalides de “una revolución social pacífica”. Sin embargo, si atendemos a las cifras de distribución de la riqueza en las tres naciones, nos podremos dar cuenta que a pesar de reducirse la cantidad de pobreza dura, pues algo del desarrollo general chorrea, esa injusta y polarizada distribución sigue siendo igual o peor que hace décadas[13]; sólo ganan los más ricos, los internos y sus socios del capital transnacional.

Es por todo lo anterior que no nos parece raro que el diario Página 12, kirchnerista, defienda el gobierno mantenedor del abusivo sistema de dominación en Brasil, del PT, acusando a todos sus críticos de derechistas y de nostálgicos de la dictadura cívico-militar, pues, de paso, defiende de las detracciones al gobierno símil de Argentina, del FpV (y no faltaran los que hagan otro tanto, a fin de resguardar a la NM chilena).

Finalmente, pero no menor, existe una característica vital que comparten las formaciones del ABC: si bien concurren en cada una importantes y activos movimientos sociales[14], como el que irrumpe ahora y hace rato en contra de la corrupción generalizada en Brasil[15], en ellos la izquierda rupturista, anticapitalista y consecuente, aún muy debilitada tras los golpes recibidos, carece de la organización y de la fuerza político-social suficientes como para coadyuvar al proceso de construcción del Poder Popular alternativo en el seno del movimiento popular. De la mano con la recuperación de la centralidad táctico-estratégica por parte de los revolucionarios, será la edificación del contrapoder de los oprimidos y los explotados lo que permita superar las ataduras con que los aprisionan las fuerzas mantenedoras y los reformismos burgués y corporativista; lo que nos permita enfrentar a la derecha y a nuestros enemigos clasistas, avanzando en la lucha por el Socialismo y la sociedad sin clases, banderas por las que han caído tantos y tantas; por las que ofrendaran su sangre generosa Mario Roberto Santucho, Carlos Marighella y Miguel Enríquez.


Equipo Internacional –CAD CHILE
Marzo 17 de 2015




No hay comentarios :

Publicar un comentario