Que los ricos y las empresas
transnacionales paguen lo que tienen que pagar en impuestos, llaman las
diversas centrales sindicales. Si bien las organizaciones de los trabajadores
no presentan un frente unitario, progresa un ánimo de unidad entre ellas. La
izquierda apoya desde la movilización y el discurso más político. Como el
peronismo sustentador del sistema no da señas de allanarse a limitar la
exacción, vendrán nuevas movilizaciones
Buenos Aires y varias ciudades importantes
de Argentina[1]
permanecieron este martes 31 con el transporte público totalmente paralizado,
sin actividad aérea ni portuaria, con una exigua atención por parte de los
servicios públicos, las actividades industrial y bancaria mermadas, y con
cortes de rutas en los principales accesos urbanos debido a una huelga de 24
horas en demanda de la reducción de un impuesto a los salarios, gravamen que
pretende aplicar el gobierno justicialista a la llamada “Ganancia” de estos.
Esta
es la cuarta medida de fuerza laboral durante el gobierno de la presidenta
Cristina Kirchner, quien asumió el poder en 2007 y finaliza su segundo mandato
a fin de año. Eso sí, debemos ser claros: los sectores convocantes a éste nuevo
paro nacional pertenecen a la burocracia sindical[2],
generalmente peronista, aunque disidente de la línea kirchnerista. Asimismo,
otros dirigentes que los critican, aunque validando las razones de la presente
convocatoria, militan en partidos del establishment[3] e incluso
reconocen filas en la oposición de derecha al gobierno.
En
suma, no podemos decir que sea una línea clasista y de izquierda la que esté
liderando la paralización. No obstante, las disminuidas fuerzas izquierdistas
apoyan la movilización nacional, diferenciándose de la convocatoria realizada
por los sindicatos levantando piquetes (barreras humanas y con materiales
diversos) en las entradas principales de varias ciudades y de grandes empresas,
públicas y privadas. Además, aprovechan de propagar sus ideas en las asambleas
sindicales, en la calle, en el contacto con los ciudadanos de a pie, o a través
de los pocos medios de difusión de los que disponen.
Digamos
algo sobre la causa inmediata de ésta paralización nacional. En rigor, el impuesto
a las ganancias para la cuarta categoría existe y hace rato en Argentina, pero
no estaba orientado directamente a los ingresos de la fuerza laboral. Sin
embargo, desde 2014 el gobierno del peronismo kirchnerista, aguijoneado por la
falta de dinero fresco, decidió echar mano supuestamente como medida de emergencia
a un impuesto progresivo dirigido a los salarios sobre 15 mil pesos argentinos (unos
US$ 1.700) y con un tope de 35%. CFK, incluso, llegó a decir que con ello se
apoya el cumplimiento de diversos planes económicos[4]. Según
el ministro de Economía, el “ruso” Axel Kicillof, el