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viernes, 23 de enero de 2015

PEDRO LEMEBEL, NO DEJES DE SER TÚ ALLÁ DONDE QUIERA QUE ESTÉS


«Cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer»
Pedro Lemebel


La crónica dice “Muere el chileno Pedro Lemebel, referente de la literatura contestataria”. Como bajada se señala: “Con poemas, ‘performances’ y crónicas alzó la voz sobre la pobreza y la homosexualidad; El escritor sufría desde hace años de un cáncer de laringe; Pedro Lemebel: gargantas como cuchillas”.

Cómo? Se murió Pedro Lemebel? Qué le pasó? Pero si era tan joven? Qué tiempo ha pasado sin saber nada de él?

Recién a mediodía lo supimos (éste trabajo de mierda!, esta vida de mierda!, ésta comprometida espera!, ésta incómoda comodidad de mierda!). Habían pasado 10 horas desde que Pedro se había ido a las otras esferas de la transición eterna entre la vida y la muerte y viceversa. Como esos muertos nuestros, muy queridos, quienes mueren pero nunca mueren, porque siguen con nosotros, nos alientan siempre a seguir adelante y pueden pasar 100 años y continúan allí. Y Pedro tenía también esa fuerza que da el vivir la vida como un ejemplo de lucha, contra todo y todos, a todo gas, sin treguas, sin pedir perdón, quizás decir disculpe o la cagué y a la cresta no más!

Naciste Pedro Segundo Mardones Lemebel. Tu padre, panadero y tu madre, costurera. Pero, para cuando ya eras una yegua apocalíptica, a mediados de los “80s, te pasaste a llamar simplemente Pedro Lemebel, así, con el apellido materno pelado, porque dijiste que te unía con lo femenino, reconociendo a tu querida madre huacha desde la ilegalidad homo y travesti.  

Cómo no sentirnos cercanos, si todos allá en la pobla, como tú, nacimos y crecimos cerca del antiquísimo, caquísimo, hediondísimo, irreverentísimo Zanjón de la Aguada. Nos divertimos haciendo carreras con palitos en sus aguas gredosas; íbamos a lanzarles piedras a los guarenes; fuimos testigos del como las poblaciones callampas de sus riveras crecían, se achicaban y las expulsaban hacia la periferia a medida que la modernidad venía desde el centro. Como olvidar que en esas humildes chozas pagaban sus viandas los viejos explotados de Yarur, allí conocían a sus minitas (y las viejas, a sus minitos). En el libro que titulaste como el proletario canal, hablas del saltimbanqui Escalona viviendo por allí; será cierto que lo hizo?, porque nosotros no lo recordamos. Lo viste y te gustaron sus ojos verdes (verdes como los dólares que hoy llenan su billetera), pero él te dio la hora o se hizo el que no veía o escuchaba? (bueno, este huevón parece que es sordo, porque jura por su mamita que tiene apoyo entre las bases del extinto PS).

Te fuiste a La Legua, donde se pelaba (y se pela) bien duro el ajo, cierto? Aprendiste a defenderte de los que te maltrataban por ser homosexual, fuiste a un liceo de hombres, en una carrera para hombres (metales y mueblería?). Pero, al tiempo, te viniste cerca de la pobla a terminar la media, ahí en el Barros Borgoño (la Universidad del Matadero, le dicen). Con mejor suerte que muchos de nosotros, pudiste ir a la U y terminaste Artes Plásticas, pero al terminar te tocó salir a hacer docencia en plena época de los milicos, los que son muy machitos (pero igual les pegan a las mujeres y las torturan y las violan y las matan y las queman y las hacen explotar y un largo etcétera de acciones del gusto acultural de su tata Goering) y, entonces, no podían soportaban a profesores homosexuales y te echaron de los liceos donde quisiste hacer docencia. Claro que, en parte, te hicieron un favor y a la humanidad también. Gracias a tu alejamiento de la pedagogía te acercaste a la prosa y a la expresión artística más amplia, como de masas y desde las vísceras.

Te acercaste a la literatura y a la escritura. Te hiciste aprendiz de escritor y poeta. Ganaste un primer premio en 1983, humilde, pero que daba cuenta de lo prometedor de tu obra: “Porque el tiempo está cerca”. Vinieron los años de pulir la técnica en diversos talleres literarios con reconocidos escritores/escritoras muy ellos/ellas antidictatoriales (Eltit, Barros, etc.), que fueron moldeando tu destreza y expresión literaria y, al mismo tiempo, te acercaron a la izquierda, la cual no dejó de mostrarse reacia a un personaje homo y travesti en sus filas. Con todo, igual te subiste al escenario, en un acto de tal izquierda, ahí en la Estación Mapocho, en 1986 (el “año decisivo” le llamaban). De tacones y maquillado con la hoz el martillo en la mejilla izquierda, les leíste enfervorizada tu manifiesto “Hablo por mi diferencia”. La verdad es que te aproximaste al PC, pero más bien te gustaba apoyar a la Gladys, porque a los otros huevones, a los stalinos, no estabas ni ahí con llevarles el amen.

Sin duda, mucha gente, aquí y afuera, te ubica por las reconocidas acciones artísticas directas que realizaste con tu socia Francisco Casas en Las Yeguas del Apocalipsis, entre 1987 y 1997. Esas sí que eran actividades culturales, mierda! Saboteo de exposiciones cartuchas, clasistas, fachas y machistas; contracultura, la denominaron los que miran para las Europas. Hasta un besote en la boca le dio Casas al Richi Lagos; bueno, ojalá que el homo-travesti apocalíptico no haya tenido problemas gastrointestinales. Vuestro trabajo en el dúo aquel cruzó la performance, el travestismo, la fotografía, el video y la instalación. Su contenido tenía que ver con la vida social reivindicada desde la óptica homosexual, pero asimismo implicó el reclamo por la memoria, los derechos humanos, la libertad y una democracia de verdad (no como ésta cosa plástica de hoy). "Quizás esa primera experimentación con la plástica, la acción de arte... fue decisiva en la mudanza del cuento a la crónica. Es posible que esa exposición corporal en un marco religioso fuera evaporando la receta genérica del cuento... el intemporal cuento se hizo urgencia crónica", explicabas tú Pedro.

Desde 1995, se vinieron las obras que quedaron inscritas en nuestras mentes y corazones: ese año, La esquina es mi corazón; en 1996, Loco afán: Crónicas de sidario; en 1998, De perlas y cicatrices; en 2001, Tengo miedo torero; en 2003, Zanjón de la Aguada; en 2004, Mariquita linda; en 2011, Serenata cafiola; y al final, en 2012, Háblame de amores. Además, le harías a la radiofonía en la Radio Tierra, y a la crónica en las revistas Página Abierta, Punto Final, La Nación y The Clinic.

El inmortal Roberto Bolaño, tu amigo, influye para que tu obra se haga conocida en España y de ahí al mundo entero. Te traducen, luego, al francés, inglés, alemán e italiano.     

A las 2 de la mañana de hoy 23 de enero de 2015, el maldito cáncer se ha llevado tu cuerpo deseante. Nos dejaste varios libros, enseñanzas de vida, más de una docena de pergaminos y medallas de premios varios, participación en montones de antologías, el recuerdo de la crudeza narrativa y expresiva como deben ser no más las de un mortificado ser humano homosexual, travesti, sincero, emotivo hasta la médula.


¡Adiós Pedro y salúdanos por allá a Roberto Bolaño!



COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA – CHILE

Enero 23 de 2015

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