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martes, 12 de agosto de 2014

RAFAEL MAROTO A LOS HEROES POR LA LIBERTAD (40 AÑOS DE LA CAÍDA EN COMBATE DE MIGUEL –IX)



HOMENAJE A LOS HEROES DE LA LUCHA POR LA LIBERTAD (*)

Rafael Maroto Pérez. 1988 (**)
Fragmentos


En primer lugar, permítanme saludar la presencia de todos ustedes, en particular de los dirigentes de organizaciones sociales y políticas que junto a nosotros han querido demostrar su cariño y admiración por los héroes y mártires de la lucha por la libertad.

(…)

(…) Nos reunimos en este acto solemne para rendir emocionado homenaje a los compañeros que han caído y siguen cayendo, en la lucha por la libertad de nuestra patria. (…) hay personas, (…) que se convierten en banderas, que dejan de pertenecerse a sí mismas, a sus familias y a sus organizaciones, y se transforman en patrimonio de los pueblos (…). Estos hombres son los profetas de nuestra época, agitan y dibujan en el porvenir las metas por las cuales deben luchar los hombres honrados.

Esta noche estamos hablando de una de esas banderas, de uno de esos profetas de nuestra época. Hablamos de aquel que fue un "capitán de revoluciones", como dijera el compañero Armando Hart (…).

Hablamos de alguien que entró a la historia de América Latina para incorporarse a la gloriosa falange de héroes que emerge de los tiempos y que vive en la memoria de los pueblos. Se trata de los que empuñaron las armas de la liberación, que azotaron con su palabra justiciera a los opresores, y que organizaron la rebeldía de los pobres y de los perseguidos.

Esta noche evocamos la presencia altiva, fulgurante y apasionada de esos hombres. Está con nosotros la sombra de Lautaro, nuestro indómito toqui de los primeros días de esta lucha; de Tupac Amaru, que levantó la lucha contra los colonizadores en Perú; de Manuel Rodríguez, el astuto y valeroso guerrillero de nuestra independencia; de Augusto César Sandino, el jefe del "pequeño ejército loco", que desde las montañas de Nicaragua puso de pie la altiva dignidad de nuestra América frente al yanqui invasor; de su heredero Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización que llevó a la victoria la lucha iniciada por Sandino; de Mario Roberto Santucho, fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores de la Argentina; de Raúl Sendic, fundador del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros del Uruguay; de Inti Peredo fundador del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia; de Camilo Torres, el sacerdote guerrillero de Colombia, que representa la incorporación de los cristianos a la lucha revolucionaria; del Comandante Ernesto Che Guevara, el querido Guerrillero Heroico, que rindió el más alto ejemplo de consecuencia y coraje para mostrar el camino de la lucha necesaria que tendrán que recorrer nuestros pueblos para alcanzar la libertad; de Salvador Allende, el Presidente heroico que combatió hasta el fin en el bombardeado Palacio de la Moneda y que se reservó el último cartucho de su fusil por que no quiso que la dignidad democrática y constitucional de su cargo sufriera la humillación y vejamen de la soldadesca golpista. Ese acto supremo de una vida dedicada a la defensa de los intereses populares puso muy alta la marca que hoy tiene que igualar o superar todo el que aspire a encabezar al movimiento popular chileno.

En la primera fila de esta legión de hombres y mujeres que han caído luchando en Chile y que nos muestran un camino de dignidad y de consecuencia, vemos con legítimo orgullo marchar empuñando su fusil altivo, valiente, hermoso en su juventud y coraje, a nuestro querido camarada, al inolvidable Secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) al compañero Miguel Enríquez.

(...)

En Miguel que no dejó de utilizar ninguna forma de lucha, pero que supo distinguir cuál era la principal en la realidad de América Latina, en Miguel que enfrentó sin titubeos la lucha ideológica, en Miguel que construyó un partido para hacer la revolución, en Miguel que luchó por unificar a los revolucionarios y construir un movimiento popular cuyo carácter sintetiza la famosa consigna "Pueblo, Conciencia y Fusil”, en ese Miguel nuestro, camarada y hermano, simbolizamos a los compañeros de todos los partidos y organizaciones que han caído combatiendo o asesinados en falsos enfrentamientos, degollados o despedazados en las cámaras de tortura en estos 16 años de dictadura (…). En nuestros héroes y mártires está presente el admirable heroísmo de nuestro pueblo.

Si tenemos héroes, si tenemos compañeros de los que sentirnos orgullosos más allá de militancias partidistas, es porque tenemos sobre todo un pueblo capaz de gestar héroes, de procrear hombres y mujeres que nos hacen mirar a nuestros enemigos con la frente en alto, sin la humillación de los cobardes y los débiles, de los contemporizadores y de los esclavos.

Nuestros héroes y mártires son hijos del pueblo y por eso la hazaña fundamental a la que rendimos homenaje es a la valentía que ha mostrado el pueblo chileno, derrochando un coraje que causa admiración en el mundo.  

(…) Sin embargo, gracias a hombres y mujeres como a los que hoy rendimos homenaje fuimos capaces de generar nuevas organizaciones e instrumentos de lucha. (…) La experiencia de lucha de estos años, nos permite a los camaradas de Miguel Enríquez sacar la conclusión de que sus enseñanzas eran correctas. Por eso la lucha prosigue.

Miguel y sus compañeros fundadores del MIR, recibieron con fuerza el ejemplo de la victoriosa Revolución Cubana. Así también se formaron en el debate en torno al fracaso de las experiencias electorales populistas y reformistas. Miguel y sus compañeros elaboraron una teoría para la revolución chilena. La primera afirmación de esta teoría rechaza la existencia de una supuesta burguesía nacional progresista, capaz de asumir banderas antiimperialistas y de conducir las etapas iniciales de la revolución.

Miguel Enríquez armó ideológicamente su partido y hoy comparten muchos de aquellos criterios otros destacamentos del pueblo. La teoría elaborada por Miguel y sus camaradas, parte de un conocimiento profundo de la realidad social e histórica de Chile y de América Latina. Es fresca y viva. Por eso rechaza el dogmatismo y el burocratismo, define que en nuestras condiciones la revolución tiene que asumir tareas anticapitalistas y antiimperialistas inmediatamente en la perspectiva de construir el socialismo. 

También, Miguel y sus camaradas asumieron el problema de las formas de lucha y diseñaron una estrategia que sitúa la lucha electoral en sus justas y limitadas perspectivas en la realidad latinoamericana. Lo central, lo cual no quiere decir lo único ni lo excluyente, era para los fundadores del MIR la lucha armada como eje ordenador de la acumulación de fuerzas; así como mantener en toda circunstancia el objetivo estratégico de los revolucionarios en el centro de la lucha: la conquista del Poder.

Bajo esa concepción la capacidad de lucha del pueblo debe desarrollarse creando múltiples formas de organización e instrumentos de lucha, tanto pacíficos como armados, los cuales en conjunto constituyen el Poder Popular, democrático, amplio, pero sobre todo claro y firme en sus objetivos superiores.

Para alcanzar esos objetivos, Miguel y sus compañeros señalaron que esas tareas requerían de una vanguardia revolucionaria. Por lo tanto, la construcción del partido, el destacamento de cuadros conscientes que hicieran de la lucha una profesión cotidiana, que realizaran el esfuerzo titánico de llevar adelante la lucha por aquellos objetivos estratégicos, se constituyó en la preocupación central de Miguel y de los fundadores del MIR, entre ellos su hermano Edgardo, más tarde apresado en Argentina y torturado hasta la muerte en Chile por la DINA.

(…)   

El pueblo ha demostrado capacidad para crear múltiples organizaciones y desarrollar diversas formas de lucha.

La fuerza y la experiencia acumuladas pueden ahora multiplicarse con una actividad más ofensiva y audaz en la lucha por la democracia y la recuperación de los derechos populares.

Nosotros apelamos a la audacia y al coraje de nuestro pueblo, a los valores que le permitió engendrar hijos tan ilustres como Miguel Enríquez y los héroes y mártires a los cuales hoy rendimos emocionado homenaje de admiración y gratitud.

(…)   

Esta noche nos inclinamos respetuosos ante nuestros héroes y mártires. Ellos confían en nosotros. Saben que no transaremos su sangre ni negociaremos su sacrificio. Por el contrario, continuaremos luchando. Proseguiremos el camino que ellos trazaron.

Terminamos estas palabras, con algo que para nosotros es mucho más que una consigna que ha calado en las amplias masas populares.

Es un grito de combate y sobre todo es una profunda e intransable convicción de que:


¡SÓLO LA LUCHA NOS HARÁ LIBRES!


(*) Párrafos del discurso pronunciado por el sacerdote Rafael Maroto Pérez, en el acto de homenaje a Miguel, el 4 de octubre de 1988, en el Teatro Cariola de Santiago de Chile.

(**) Rafael Maroto Pérez, vocero público del MIR y miembro de su Comité Central.

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