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lunes, 10 de diciembre de 2012

ARRECIA EL ATAQUE IMPERIAL SOBRE SIRIA

EL PUEBLO SIRIO TIENE LA ÚLTIMA PALABRA

El 6 de diciembre finalizó una gira por 4 naciones de América Latina el enviado especial del gobierno sirio Faysal Mekdad. Al partir, afirmó que “La coalición imperialista-reaccionaria que nos hace la guerra no quiere diálogo”. Los países visitados también conocen de la intervención del Imperio: Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Cuba, por lo que evidentemente entienden bien lo que sucede hoy en Siria y han coincidido en su rechazo a la injerencia extranjera, por la solución negociada de los conflictos, contra el hegemonismo, contra la agresión imperialista y por la creación de un mundo multipolar.
Con todo, es necesario afinar la interpretación de lo acaecido en la costa oriental del Mediterráneo, donde los hechos parecen precipitarse.
Fue de una gran torpeza la represión gubernamental de las protestas iniciadas en marzo de 2011, las que se suscitaron por la necesidad de reformas democráticas y por la derogación de la ley de emergencia instaurada en 1963. El gobierno del partido del socialismo árabe Baath propuso luego un plan de reformas que se ha tratado de instrumentar (de hecho, en febrero pasado se aprobó con un 89,4% una nueva constitución), pero cuya implementación se ve dificultada por la agresión externa, apoyada desde adentro por una minoritaria reacción, en que se coaligaban el islamismo ortodoxo, cierta intelectualidad cercana a Europa, grandes banqueros y comerciantes. No obstante, antes del estallido de marzo se pueden rastrear variadas campañas desestabilizadoras del gobierno de Assad, sostenidas por fuerzas imperialistas, las monarquías petroleras y por Israel (ver Ecured).  
Si bien la mayoría del pueblo sirio apoya al gobierno y el plan de reformas, estando en contra de que se le imponga desde el exterior un gobierno del extremismo musulmán y lacayo de Occidente, de Turquía y de las monarquías retrógradas del Golfo (acerca de las cuales, interesadamente, ninguna potencia imperial se ha quejado por la inexistencia de las más mínimas libertades), no podríamos decir que en su momento, antes de marzo digamos, existiese una sólida decisión de Assad y el Baath en avanzar en la instauración de una democracia profunda en el país. Más bien, era en este sentido hacia donde se orientaban los esfuerzos de la oposición de izquierda al gobierno, lo que le acarreó varios presos y exiliados (sobre todo por su resistencia a las reformas pro-capital monopólico transnacional en 2005), pero que no por ello se cuenta ahora entre los conjurados e inclusive se ha puesto críticamente al lado del gobierno y del conjunto de las fuerzas nacionales, aquellas que se enfrentan a la intervención y que están por dar una resolución interna a las problemáticas del país. Cabría destacar que dentro de la izquierda existe un PC sirio, el que cuenta hasta con un ministro, partido que apuesta a la capacidad política y militar del gobierno, además del apoyo popular, para salir airoso de la intrusión de los poderosos conjurados.  
Hasta ahora, Rusia y China han vetado la intervención franca propuesta por EEUU y las potencias europeas, lo que no impide que estos últimos amigotes sostengan por otros medios la intrusión. De hecho, si falla la guerra sucia, EEUU ya ha notificado que puede actuar al margen de la ONU (no sería la 1ª vez). Es dentro de su estrategia de intervención de baja intensidad que los operadores de la entente consiguieron aglutinar a varias facciones opositoras en un Consejo Nacional Sirio, al que se da el título de gobierno de facto. Son las fuerzas militares de este gobierno fantoche (el ELS), bien apertrechadas por sus mentores, las que lanzaron la 1ª semana de diciembre una serie de ataques en los alrededores de Damasco, queriendo dar la imagen de una ‘ofensiva final’. No obstante, sus golpes no han pasado del efecto mediático, pero con el lamentable saldo de unos 300 civiles muertos (ver Red Voltaire)
Sólo la decisión del pueblo sirio podrá decidir la balanza: o a favor de la entente y sus mercenarios o de las fuerzas anti-imperiales y nacionales. De vencer estas últimas, se podrán dar los pasos que conduzcan a la democratización efectiva que la mayoría de Siria anhela.  

 Equipo Internacional –CAD
09/12/12

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